jueves, 27 de agosto de 2009

Educación y economía

Aníbal Vial, ejecutivo de la Educar (revista), escribe hoy una columna en El Mercurio que aborda al sempiterna relación entre educación y economía. Se transcribe un fragmento de la misma y parte del debate que ha generado entre los lectores.

El nivel de educación determina la competitividad, el crecimiento de la productividad, la disminución de la brecha de ingresos, la movilidad social, la cantidad y calidad de empleos; esto es, determina la economía. Del griego, eco es casa y nomía, normas: normas de la casa. Hoy la casa es global, la competitividad es internacional, la economía es mundial. Esto concierne de manera decisiva a la educación.

En EE.UU., apunta un interesante estudio del Global Markets Institute de Goldman Sachs, la actual oferta educacional no prepara ni ofrece lo que requiere la demanda. Los empleadores, señala, requieren personas con buen criterio, motivadas, innovadoras, que sepan resolver problemas, con mirada amplia, capacidad relacional, compromiso ético, entre otras competencias instrumentales, para satisfacer los requerimientos en este mercado global de cambios tecnológicos; los otros saberes, más específicos, se obtendrán en el trabajo y por la vía de perfeccionamientos o de sistemas de capacitación continua. Pero las instituciones de educación no están enseñando esto; más aún, muchas de estas competencias, agrega el estudio, no se adquieren o no es posible aprenderlas empleando los métodos actuales de enseñanza. El diagnóstico es similar para los países de la OCDE, y también para el nuestro.

No es primera vez en la historia que el mundo de la educación se ve enfrentado a estas preguntas; muy por el contrario, ellas han estado siempre vigentes, con mayor o menor vitalidad en sus respuestas. Ya Aristóteles, por ejemplo, hace 2.500 años reflexionó a fondo sobre la “razón práctica”, que viene a ser más o menos lo mismo que hoy reclaman como carencia en la educación los empleadores; en la Edad Media se habló de “artes liberales”, y si bien la modernidad separó ciencias y humanidades, hoy se vuelve a enfatizar con lucidez la “formación general” y las “competencias” (skills). Se advierte un repliegue, una renovada tendencia a concentrar tanta dispersión en el saber.

Claramente, el mayor nivel educacional está asociado a mejores rentas, mejores trabajos, menor índice de desempleo, mayor movilidad social, mayor calidad de vida. Se ha comprobado que es un tercio mayor la renta de quienes terminan la secundaria en comparación con los que no lo hacen, y mayor en dos tercios la de quienes tienen estudios en los colleges (2 a 4 años) respecto de los que sólo han terminado la secundaria. La relación es más o menos similar en Chile (considerando los IP y CFT).


Frente a la columna, algunas de las primeras reacciones son:

Gabriela Galarce:

En investigaciones, seminarios y artículos de prensa se ha señalado que el sistema educativo finlandés es el que cuenta con los mejores resultados en el mundo. El sistema educacional finlandés es un sistema nacional público y con un gran financiamiento.

A él entran los niños recién a los 7 años y no pagan ni un peso hasta que terminan la universidad. Cada profesor atiende a cerca de 30 alumnos por sala. Sus sueldos promedio son de alrededor de 2.000 euros mensuales, equivalentes a un millón y medio de pesos chilenos. Tienen como todo finlandés una serie de garantías para una vida saludable y de desarrollo físico y espiritual.

Es un sistema radicalmente opuesto al chileno, en el que es fundamental y principal la formación de los profesores y su reconocimiento por la sociedad. Se enseña a investigar, a enfrentar y solucionar problemas.


Orlando Caputo:

A propósito de la promulgación de la LGE: No nos engañemos. La LGE trata de mejorar la estructura creada por la LOCE. Rodrigo Cornejo, investigador del Observatorio de Políticas Educativas, señala que: “el sistema educativo chileno es “demasiado parecido” al “apartheid”, método de separación por razas que rigió en Sudáfrica por 47 años”, y que “el sistema educativo tiene cinco sistemas cerrados y excluyentes de administración: el particular pagado, el particular subvencionado con financiamiento compartido (los padres pagan cuotas mensuales), el particular subvencionado sin financiamiento compartido, el municipal de comunas ricas y el municipal de comunas pobres. Los niños pobres reciben una subvención estatal pequeña, y de ahí para arriba cada grupo se educa en condiciones económicas diferentes. El sistema educativo fomenta y rigidiza estas desigualdades”

La educación chilena es el reflejo de una economía que promueve la desigualdad, que se refleja en la mala distribución del ingreso, que se observa en cómo está organizada la sociedad en sus diferentes ámbitos.


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