sábado, 18 de diciembre de 2021

Políticas educativas del nuevo gobierno: ¿qué se propone en los programas?

 Si bien están disponibles en cada página o sitio web del candidato, no resulta sencillo llegar a un genuino programa de políticas en educación. Falta el diagnóstico, faltan la teoría y los datos sobre el problema; y luego falta la evidencia que avale las propuestas. En el mejor de los casos, se podría afirmar que se presenta un relato o visión sobre el sistema educativo por construir y luego las medidas grueas que lo harían posible. De la gradualidad, de la ingeniería de detalles y de la micropolítica nada se dice, lo que hace suponer que se trata de un mensaje dirigido a las masas o a los medios para su digestión y réplica. La posibilidad de una opinión técnica fundada está fuera de las posibilidades.

Por cierto, en la red se ofrecen comentarios y opiniones militantes y otras que se visten de juicio experto. En cambio, la perspectiva del observador neutro (si es que eso existe) no se halla. La neutralidad a la que me refiero no es aquella que busca la cómoda tibieza y renuncia a la osadía; la que escasea es la mirada desde el examen de la trayectoria larga, de las posibilidades estructurales, capacidades y logros del sistema (suponiendo que ello es posible), su horizonte normativo y sus problemas. Tampoco está explícitamente disponible una mirada experimentada en gestión de políticas, aquella que puede decir con conocimiento y vivencia qué es posible y en cuánto tiempo, o qué es inviable en este momento y con los equipos del MINEDUC.

Una lectura que puede encajar en esta perspectiva es la que ofrece J. J. Brunner en su columna de "El Mercurio", el domingo 12 de diciembre. Se trata de una visión polémica y analítica que no maquilla la crítica a la generalidad y al amateurismo. Acá va:


Los candidatos frente a la educación (columna de José J. Brunner) 

A pesar de la evidencia sobre el estancamiento de nuestro sistema escolar y la pérdida de dinamismo de nuestra educación superior, y de los enormes desafíos que deberán enfrentarse durante la presente década, las visiones, programas y propuestas para este sector de ambos candidatos a la presidencia —disponibles en el Servel— son débiles y de corto vuelo.

La visión de Kast (K) representa la convergencia entre un familismo conservador y la libre opción parental privada. El primer elemento denota un fuerte compromiso defensivo, y antimoderno, con la vieja estructura familiar: verticalidad de la autoridad paterna, estricta moralidad grupal, obligaciones de la obediencia debida al pater familias, división sexual del trabajo doméstico y desconfianza en los valores del extragrupo. El segundo componente imagina la construcción de la sociedad y la esfera pública como resultado de la libre elección ejercida por las familias desde el mundo privado.

Es pues una visión que radica en la sociedad civil (agrupación de familias) la iniciativa para crear y sostener colegios, mientras limita el rol del Estado a facilitar, promover, financiar y fiscalizar los estándares mínimos que aquellos deben alcanzar. El profesor, además de ser un experto “que vierte, cual líquido, su sabiduría a los estudiantes” (sic), debe actuar ahora como “facilitador del uso y juicio de las nuevas tecnologías y conocimientos”.

La educación municipal —en extinción— se reforzaría ahora bajo directa supervisión de las familias y la comunidad, en tanto que los nuevos servicios locales son mirados con fastidio.

El tópico preferido y más interesante del familismo conservador, esto es, la formación del carácter moral como base de la responsabilidad personal, el orden y la disciplina, ni siquiera se menciona. De hecho, la concepción educativa K en su conjunto parece dirigida a infantes y niños, sin atender a los tramos de edad más críticos: adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes. No debiera sorprender; habitualmente el familismo conservador se acompaña por la infantilización.

Tampoco hay en esta visión enunciados mínimamente robustos respecto de la educación superior, las artes y humanidades, el papel de las ciencias y la investigación, las prioridades del financiamiento público dentro del sector y la estructuración de la gobernanza de los sistemas escolar y superior.

A su turno, la visión, programa y propuestas del candidato Boric (B) aparecen en las antípodas de la anterior. Su eje es la educación como un derecho social que se despliega dentro de la esfera estatal, actuando el Estado como responsable de su accesibilidad universal, garante de su calidad y financiador de su progresiva gratuidad en todos los niveles.

Igual como en su momento anunció el segundo gobierno Bachelet, también la propuesta B aspira a cambiar el “paradigma educativo”. En tal sentido, apunta a reemplazar el modelo de aseguramiento de la calidad basado en rendición de cuentas y la medición de la calidad educativa (Simce) por un esquema de apoyo y evaluación con menores exigencias y consecuencias.

Prioritario resulta para esta candidatura, asimismo, eliminar los subsidios fiscales a la demanda y trasladarlos a la oferta, en función de los costos propios de los establecimientos y el volumen y composición de su matrícula. En la educación superior, se incrementaría adicionalmente el subsidio a las universidades estatales, se ampliaría la gratuidad y condonaría la deuda estudiantil.

De modo que la visión B padece de problemas similares a la anterior (visión K); solo que en sentido opuesto: escaso reconocimiento de la familia y la libertad de enseñanza, silencio respecto del rol prominente de los privados, ausencia de temas claves para las corrientes progresistas como equidad en la educación temprana, formación integral, artes y humanidades, ciudadanía democrática y global, competencias socio-emocionales y futuro de la digitalización. La solución, gruesamente dicho, sería adoptar las virtudes del Estado y abandonar los vicios del mercado.

En suma, ambas visiones (K y B) desinflan cualquiera expectativa sobre un relanzamiento de políticas educacionales con mayor ambición y sustento intelectual y técnico. Al contrario, son, más bien, visiones doctrinarias que apelan a las identidades ideológicas de los candidatos —conservador familista una, Estado-docentista la otra—, las dos con escaso espíritu innovador y aparente desconocimiento de las complejidades del sistema que desean cambiar.

Una y la otra transmiten voluntarismo pero desconocen la real complejidad del sistema educacional; afirman los prejuicios de cada sector sin que importe, al parecer, el futuro de las generaciones que deberán educarse bajo uno u el otro modelo ofrecido.

Los desafíos cruciales —v.gr., ratio de niños por cada educadora en jardines infantiles, efectividad de la sala de clases, profesionalización docente, liderazgo de directivos escolares, rescate de los servicios locales, matrícula y financiamiento privados— están sencillamente ausentes o son tratados livianamente mediante consignas. Igual como se elude cualquier pronunciamiento serio sobre las encrucijadas de la educación superior.

Incluso, la recuperación del sistema escolar tras la pandemia se menciona solo al pasar, a pesar de ser la primera cuestión que deberá atender el próximo gobierno en este sector.

En consecuencia, concluyo con desencanto que un moderno enfoque de la educación —que parta por la trayectoria real de nuestro sistema y la proyecte hacia los ideales de la efectividad escolar y el desarrollo de las capacidades humanas de la sociedad— se halla ausente de la candidatura B y es ajeno a la propuesta K.

sábado, 4 de diciembre de 2021

Aseguramiento de la calidad y rendición de cuentas en educación. Tres argumentos a partir del caso chileno.



Se ha publicado el libro "DISPOSITIVOS DE ACCOUNTABILITY EM PERSPECTIVA LIMITES E ALTERNATIVAS À POLÍTICA DE AVALIAÇÃO EDUCACIONAL", organizado por Marilda Pasqual Schneider, Camila Regina Rostirola, Jaime Moreles Vázquez. El libro incluye producciones de autores brasileños, colombianos, mexicanos y chilenos. Uno de los capítulos es de mi autoría. Acá ofrezco un resumen y el link para descargar:

A partir del análisis de la trayectoria del sistema de aseguramiento de la calidad de la educación escolar en Chile, el capítulo ofrece tres argumentos con distinciones entre aseguramiento de la calidad y rendición de cuentas en educación. El primero es que no todo sistema de rendición de cuentas (accountability) obedece a una decisión previa de instalar un (cuasi)mercado educativo; el segundo es que los sistemas de aseguramiento de la calidad no necesariamente van de la mano de la rendición de cuentas; y el tercero es que la eficacia de los dispositivos de aseguramiento, evaluación y rendición de cuentas depende de las inercias estructurales del sistema educativo y se ve afectado tanto por la coherencia narrativa del ecosistema de políticas en que se inscribe, como por las resonancias de las coyunturas políticas y acontecimientos sociales. El caso chileno parece estar experimentando justo ahora un proceso de cuestionamiento del sistema de aseguramiento que pone en cuestión su eficacia y performatividad.

El texto puede ser descargado en Researchgate.