martes, 6 de septiembre de 2016

Tendencias de matrícula en la educación pública

Fuente: La Tercera 06/09/2016
Una nota de La Tercera presenta una síntesis de las tendencias de matrícula en el sistema escolar, con acento en la pérdida de más de medio millón de estudiantes desde inicios de este siglo (o sea, en 15 años). Transcribo el artículo firmado por F.Guzmán y C. Mardones:



Colegios municipales han perdido 584.243 alumnos en 15 años

Este año, en 78 municipios la matrícula de los colegios públicos cayó más de un 4% en comparación con 2015. Mientras tanto, otros 57 lograron aumentar en un 4% o más sus alumnos. Así lo indica el análisis de las bases de datos de la matrícula preliminar escolar, construido con información del Centro de Estudios del Mineduc obtenida vía Transparencia. Al ampliar las estadísticas, se observa que 159 municipios han perdido uno de cada 10 estudiantes desde 2011 y, como contraparte, 30 alcaldías han recuperado un alumno por cada 10 que estaban matriculados.

En tanto, las cifras de las dos últimas décadas muestran que a 2001 la matrícula municipal iba en ascenso: entre 1996 y 2001 aumentó en 61.584 alumnos. Sin embargo, los recintos subvencionados en esa misma época crecieron el triple, lo que se tradujo en 196.766 alumnos más para ese sector. A ese ritmo, a partir de 2002 la matrícula municipal comenzó a disminuir y no ha habido ningún año en que haya aumentado. Es así como, después de 15 años de caída constante, el sistema municipal ha perdido un total de 584.243 alumnos.
¿Qué pasa con el sector subvencionado? En ese mismo período ha sumado 627.807 alumnos a su matrícula, mientras que en los establecimientos particulares el número de estudiantes cayó en 27.000.

En total, en esos 15 años el sistema escolar, en su globalidad, mostró una disminución de 15.831 alumnos, lo que para varios expertos es un margen menor y que respondería, principalmente, a la baja en la tasa de natalidad.

¿Se frena la caída?

Comparando las cifras preliminares de matrícula 2015 y 2016, el sector municipal cayó un 1,3%, lo que equivale a 17.506 alumnos menos, mientras que el subvencionado aumentó un 0,4%, es decir, sumó 9.499 alumnos. Sin embargo, los colegios particulares pagados marcan distancia del comportamiento de sus pares con un aumento de un 3,7% (ver nota secundaria). En su conjunto, el sistema escolar este año sumó 2.371 alumnos nuevos.

Según el informe “Variación de matrícula y tasas de permanencia por sector 2015”, elaborado por el Centro de Estudios del Mineduc, que comparó la evolución de la matrícula preliminar, en 2013 los alumnos de los colegios municipales habían disminuido en un 2,4%, sin embargo, en 2014 y 2015 cayó un 1,5% y 1,1%, respectivamente. En ese sentido, este es el tercer año consecutivo que la matrícula pública cae en torno al 1%, lo que desde el Mineduc es visto como una estabilización.

“A pesar de todas las malas predicciones, la tasa en la caída de la matrícula del último período se mantiene más bien estable, a diferencia del tramo entre 2006 y 2009, cuando hubo caídas fuertes”, aseguró Rodrigo Roco, secretario ejecutivo del proyecto que crea el Sistema Nacional de Educación Pública del Mineduc.

Para Cristóbal Villalobos, investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (Ceppe) de la U. Católica, las últimas cifras marcan “un indicio de cambio de tendencia” y una señal de que es posible que el sector repunte.

Distinta es la opinión de José Joaquín Brunner, académico de la Universidad Diego Portales: “Sigue bajando el sector municipal, menos, pero sigue bajando”.
Fuente: La Tercera, 06/09/2016


Recuperar la matrícula pública

El fortalecimiento de la educación pública ha sido uno de los ejes programáticos de este gobierno. En ese contexto, presentó el proyecto de desmunicipalización -que plantea traspasar los colegios a 68 servicios locales- y lanzó una serie de iniciativas para mejorar en el corto plazo la calidad de la educación pública y recuperar su matrícula. El debate de esta iniciativa se encuentra radicado en la Comisión de Educación del Senado, donde ha habido fuertes críticas respecto de si efectivamente contribuirá a esto.

“Mientras los temas educacionales sustantivos y que preocupan a familias, docentes y directivos escolares dependan de la voluntad y capacidades del municipio, el panorama no va a mejorar estructuralmente. Y más aún, la educación pública no podrá dar el salto en calidad y equidad que el país necesita”, subrayó Roco.
Pero Brunner asegura que el proyecto de nueva educación pública no necesariamente repercutirá en calidad. “No va a ocurrir un cambio por el mero hecho de que los colegios que eran administrados por municipios pasen a ser administrados por servicios locales”.

Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas de la UC, señaló que lo primordial es “mejorar la calidad de la educación en los colegios municipales, porque aunque hoy sean menos alumnos que antes, son más de 1,2 millones. El proveedor de la educación no es lo central, sino que ésta sea de calidad”. Irarrázaval también aseguró que no cree que el proyecto de desmunicipalización apunte a la calidad, “porque es más bien un cambio administrativo”.

Sin embargo, Roco señaló que el proyecto “crea servicios especializados cuyo único foco será la mejora de las condiciones materiales y pedagógicas”, por lo que “sin duda repercutirá en mejorar la cobertura y matrícula de la educación pública”.

Villalobos, en tanto, señaló que los servicios locales tendrán “atribuciones respecto de la organización de la oferta y la demanda de los colegios y van a poder pensar cuándo se necesita un colegio, algo que hoy cuesta con los alcaldes”.


domingo, 4 de septiembre de 2016

La dimensión espacial de las oportunidades educativas

Para el grueso de la población chilena, es de perogrullo decir que no da lo mismo vivir en un lugar que en otro. El escenario donde la vida cotidiana se vive (valga la redundancia) no es sólo escenografía, sino que es un factor que condiciona y regula las posibilidades y trayectorias. Esta lección -obvia para el sentido común- es contradicha o al menos mitigada por la investigación educativa, que porfía en afirmar que es posible una educación de calidad en cualquier contexto (es la premisa de la corriente de eficacia escolar). Para decirlo en breve: vivir en un barrio vulnerable o de alto riesgo socioeducativo no implica que la escuela allí no pueda conseguir aprendizajes de calidad. 

Un reciente estudio del CIAE (Universidad de Chile) y la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) afirma que las oportunidades educativas tienen un componente territorial determinante, por lo que las políticas educativas deberían considerar el peso de los factores geográficos, promoviendo la mejora de la calidad educativa en todos los territorios. De no hacerlo, entonces habrá niños cuyo destino educativo se verá restringido simplemente porque viven en zonas donde no hay escuelas efectivas. 

¿Qué es una escuela efectiva, para este estudio? Aquella donde al menos el 30% de los estudiantes alcanza los aprendizajes que corresponden al nivel evaluado en Lenguaje y Matemática (SIMCE 4to. Básico). Pues bien, en San Antonio, Valparaíso, Antofagasta, Iquique, Alto Hospicio, Chillán, Quillota, La Calera, Arica y Santiago son ciudades donde más del 25% de los estudiantes pertenecientes a los grupos NSE D y E (los de menor ingreso) tienen menores oportunidades de acceso a escuelas efectivas; dicho de otra forma, viven en barrios donde la oferta educativa es de bajo estándar de desempeño y -por la lógica de decisiones educativas de las familias que tienden a preferir escuelas próximas al lugar donde viven- deberán elegir entre esas escuelas. En consecuencia, no pueden elegir una buena escuela simplemente porque no existen en sus barrios. 




Cambio curricular y filosofía en educación media

Fuente: La Tercera
Era que no. Apenas publicada en la prensa la noticia sobre el cambio curricular que estudia el MINEDUC para dar paso a la nueva asignatura de Educación Ciudadana (o Cívica, para llamarla como hasta hace un tiempo), no han parado las voces de protesta en redes sociales, cartas, columnas y notas editorales en medios de comunicación. El MINEDUC  se apresuró a dar explicaciones, señalando que no hay decisión tomada y que la propuesta es parte de un proceso de consulta, pues todo cambio curricular debe ser aprobado por el CNED, lo que ocurriría en 2017 para que esta modificación comience a ser implementada en 2019. Dijo además que esta modificación no elimina la filosofía del curriculum, sino que la resitúa pues seguirá como un electivo en Tercer y Cuarto Medio, además de ser integrada a los contenidos de la nueva asignatura Educación Ciudadana. Señaló también que de esta manera (ver figura adjunta) se logrará un curriculum auténticamente común a todas las modalidades de educación secundaria, eliminando las diferencias existentes entre  educación humanística científica (HC), educación técnico profesional (TP) y educación artística.

De nada sirvió este esfuerzo. El daño ya estaba hecho y se instaló la idea de un nuevo error no forzado del MINEDUC, desacierto comunicacional y desprolijidad técnica. Convengamos que este juicio puede se exagerado, pero al menos hubo ingenuidad, pues era previsible que -dado el carácter simbólico de la filosofía en el mundo occidental- las voces de alarma por esta decisión serían instantáneas, incluso reconociendo que -en rigor- el lugar en el curriculum y la enseñanza de la filosofía nada garantizan en términos de desarrollo de capacidades reflexivas en los estudiantes, tal como lo muestran datos de evaluaciones estandarizadas, según los cuales una fracción mayoritaria de los jóvenes de 15 años no comprende lo que lee (un dato más categórico aportó un estudio nacional de 2011: el 84% de los chilenos no entiende lo que lee). ¿Cómo no se previó en el MINEDUC que el titular de prensa sería "se elimina la filosofía" o algo así?, ¿cómo no suponer que -dada la irritabilidad (y rechazo) que rodea a las iniciativas de reforma- todo comunicado de prensa del MINEDUC en estos tiempos debe ser celosamente analizado para dimensionar sus implicancias, segundas lecturas y reinterpretaciones?

La desprolijidad es también técnica. En cuanto política, un cambio curricular es probablemente uno de los más complejos que se puede aventurar. Ello es evidente si se considera el rol del curriculum en la experiencia escolar, en los actores y en la institucionalidad del sistema educativo. Por consiguiente, fusionar asignaturas (como sería el caso de la nueva asignatura de Ciencia, Naturaleza y Sociedad), suprimir o subsumir otras (como sería el caso de Filosofía dentro de Educación Ciudadana), no es cosa sencilla ni técnica ni comunicacionalmente. A modo de ejemplo de las consecuencias que tiene proponer un cambio de este alcance, piénsese en la formación disciplinar y pedagógica de los docentes que impartirán estas asignaturas: ¿qué formación deben tener? Una vez respondida esta pregunta, entonces ¿qué universidad los está formando? Si no hay una oferta suficiente, entonces ¿cómo se incentivará a que las universidades asuman este nuevo desafío?

La formación inicial y la formación en servicio evidentemente no han estado orientadas a estas nuevas asignaturas. Las universidades, como se sabe, están todavía ajustando sus mallas curriculares para adecuarlas a los estándares nacionales de formación inicial vigentes desde inicios de esta década, pues antes operaron sobre la base del Marco de la Buena Enseñanza (que -dicho sea de paso- ¡está ahora siendo reformado!, lo que significa que en breve habrá un nuevo requerimiento de ajuste para las instituciones formadoras).

¿Y qué decir de los textos de estudio de estas asignaturas? En este punto, la discusión técnica se ha esbozado en la prensa, dejando en claro que llegar a un acuerdo sobre el sentido y foco de la filosofía en educación media no será cosa sencilla. Para ejemplo de la complejidad de este punto, cito a Sylvia Eyzaguirre -con quien no suelo estar de acuerdo- : "El currículum no contempla el estudio de la lógica, que es fundamental para desarrollar no sólo pensamiento crítico, sino también habilidad de comprensión lectora. El currículum se centra en los conocimientos que debería adquirir el alumno, en vez de poner énfasis en la forma de proceder de la filosofía, forma que es independientemente del contenido". ¿Cuál debe ser el contenido de los textos de estudio en esta perspectiva?

En la misma dirección, ¿cuál será la situación de los actuales docentes que hoy sirven las asignaturas que se verán afectadas con estos cambios?, ¿se ha cuantificado este efecto?

Como se ve, el solo anuncio de un cambio curricular despliega más frentes e implicancias que -según se deduce del debate en la prensa- el MINEDUC no previó ni ha sido capaz de resolver pasadas ya varias semanas de iniciado el debate.