lunes, 20 de enero de 2020

Crisis social y pactos en Educación

El Barómetro de Política y Equidad ha publicado su volumen 16 titulado "La demanda ciudadana por una nueva democracia. Chile y el 18/0" dedicado a analizar la protesta nacional iniciada el 18 de octubre de 2019 y las cruciales consecuencias que esta ha tenido para el país. Cada uno de los capítulos propone un análisis de la realidad nacional y algunas propuestas para profundizar nuestra democracia y lograr un país menos desigual y discriminatorio. En el caso de educación general, el artículo de mi autoría reflexiona sobre la crisis social y revisa la experiencia reciente de pactos en educación en Chile. El balance no es halagüeño: los consensos educativos han sido frágiles e incompletos. En la mayoría de los casos, se trata de acuerdos entre fuerzas políticas, grupos de interés y técnicos, con escasa raigambre en las comunidades escolares y con casi nula representatividad territorial (para qué preguntar por representación de minorías). En sus consecuencias, sin embargo, estos acuerdos o pactos son notorios: las experiencias de consenso que han tenido lugar en los últimos veinte años muestran que a) es necesario superar la visión ingenua respecto de los consensos, porque difícilmente han conseguido legitimidad social ni efectividad educacional. Y b) hasta ahora lo que se observa es un mínimo avance en la superación del statu quo neoliberal. Son pactos que han evadido lo sustantivo, aquello que le da solidez y perdurabilidad a un acuerdo nacional: la identificación y vigencia de un sustrato de creencias, de supuestos subyacentes que remiten a los sentidos últimos de la educación. Son las razones por las que los sistemas educativos sólidos están centrados en desplegar oportunidades y capacidades para la vida en común y la vida buena; son consensos acerca del aporte decisivo e irremplazable de la escuela, del currículum y de la experiencia escolar, a la justicia social, la cohesión, la libertad y la democracia.

jueves, 16 de enero de 2020

La PSU no cumple con un estándar básico para toda prueba de altas consecuencias (Mónica Silva)

"Hay dos aspectos importantes a considerar en una prueba de admisión: predicción y equidad. Una prueba tiene que servir para predecir el rendimiento universitario, sin otorgar una ventaja injustificada a un grupo por sobre otro" (Mónica Silva, 2020)

Comparto una breve, filosa y certera entrevista a Mónica Silva, académica de la PUC que ha sido una permanente crítica a la PSU. El cierre de la entrevista es demoledor: "Aquí no solo se cometieron errores, sino que se ocultaron. Junto a Mladen Kolajtic llevamos 17 años estudiando la PSU, analizando datos y documentos. En el ministerio y en el Demre había gente honesta que sabía de los problemas y querían corregirlos. Sabemos también que en más de una oportunidad el Cruch y sus asesores los obligaron a tomar decisiones erróneas."

La entrevista completa, publicada en La Tercera, se puede leer acá:

Mónica Silva, académica UC: “La PSU no cumple con un estándar básico para toda prueba de altas consecuencias”

La Prueba de Selección Universitaria (PSU) es la protagonista de la polémica veraniega. Miles de jóvenes intentarán rendir de nuevo el examen, luego de que fuera suspendido por las protestas de escolares en contra de lo que consideran un sistema injusto de selección. Pero esa no es una crítica nueva, sino que ha atravesado los 17 años de historia de este sistema.
¿Qué tan ciertos son esos cuestionamientos? Mónica Silva, académica de la Universidad Católica que ha investigado la PSU desde sus inicios, dice que no solo se cometieron errores en el diseño de la prueba, sino que también se ocultaron, y que es momento de que el Consejo de Rectores (Cruch) pida disculpas por perjudicar a los alumnos más pobres tras eliminar la antigua Prueba de Aptitud Académica (PAA).
-¿Cuál fue el error original que se cometió con la PSU?
El error original partió con una comisión de expertos convocada por el Ministerio de Educación. El informe de esa comisión recomendó cambiar la PAA por la PSU para “matar dos pájaros de un tiro”, usando la misma prueba para evaluar el manejo del currículum nacional, como si se tratara de un Simce de 4° medio, y que a la vez sirviera para seleccionar a los alumnos para la educación superior. El doble propósito de la PSU fue un error que aún no se ha corregido.
-¿El cambio fue muy apresurado?
Fue apresurado e improvisado. Fue una decisión imprudente porque se eliminó la PAA sin realizar estudios claves. Por ejemplo, se debió haber sustituido las antiguas pruebas de conocimientos específicos por las nuevas PSU y haber mantenido por un par de años la PAA para estudiar el comportamiento de las nuevas pruebas. Haber eliminado la PAA sin aplicarla en conjunto con la nueva PSU fue una decisión inexplicable. Académicos de las propias universidades del Cruch formularon críticas serias y fundadas a la calidad del proyecto Fondef que dirigieron David Bravo y Jorge Manzi, y que dio origen a las PSU, pero los rectores las ignoraron. En ese sentido, hay responsabilidades individuales y también institucionales.
-Pero Jorge Manzi dice que, si no se medía el currículum de enseñanza media en la PSU, se habría desincentivado que los colegios pasen esa materia, pues solo se preocuparían de preparar a los alumnos para la prueba…
Esa es una afirmación parcialmente cierta. Es cierto que los alumnos estarán más preocupados de los temas que les van a preguntar en la PSU, pero no está bien subestimar a los profesores, porque un buen profesor o profesora sí puede motivar a sus alumnos a aprender otras materias. No todo lo que es valioso de aprender es materia de la PSU. Pensemos en materias como Inglés o Computación. Y si la profesora estima conveniente, en la nota del ramo se le puede dar un mayor peso a esos contenidos que no son materia de la PSU. Eso sería un incentivo, porque el promedio de notas de enseñanza media sí pesa para el ingreso a la universidad.
-¿Cree que la PSU aumentó la brecha socioeconómica respecto a la PAA?
Claro que la aumentó, de eso no hay ninguna duda, aunque los informes del Comité Técnico Asesor (CTA) del Cruch de esa época nunca lo reportó. Los rectores no debieron designar a los creadores de la PSU como únicos evaluadores de la prueba, eso tiene un conflicto de interés evidente. El CTA mandataba al Demre y evaluaba la PSU, pero nunca informó del aumento de la brecha. Por el contrario, Jorge Manzi y David Bravo afirmaban que el crecimiento de la brecha era solo aparente, puesto que cuando se controlaba por variables socioeconómicas, bajaba en el tiempo y se mantenía estable en torno a los 40 puntos. Pero esa brecha correspondía solo a la comparación de alumnos de colegios municipales científico-humanistas. Cuando se observa a los liceos técnico-profesionales, esa brecha se dispara. Es lo mismo que señaló el informe de Pearson de la PSU, de 2013.
-¿Pero no cree que esa brecha es responsabilidad del sistema educacional más que de la PSU?
Ninguna prueba logrará corregir inequidades económicas, sociales ni educacionales. Nadie en su sano juicio cree eso. En países con alta desigualdad en el acceso a educación de calidad, como el nuestro, hay prueba mejores y peores para ser empleadas en esa realidad. En 2002, cuando se debatía acerca del cambio de pruebas de admisión, muchas voces advirtieron sobre los riesgos de transitar de una prueba de razonamiento basada en contenidos acotados, como era la PAA, a una prueba de contenidos enciclopédicos, como es la PSU. Expertos internacionales advertían que en países con alta desigualdad en el acceso a educación de calidad había que evitar pruebas de altos contenidos como la PSU, porque se corría el riesgo de terminar evaluando la oportunidad de aprender y no la capacidad de aprender. La PSU no cumple con un estándar básico para toda prueba de altas consecuencias, que es que hay que garantizar que los alumnos hayan tenido la oportunidad de aprender los contenidos que son evaluados en la prueba.
-¿Esa es la labor del Simce?
El Simce tiene como objetivo evaluar si los escolares están aprendiendo los contenidos prescritos en el currículum escolar, pero el objetivo de una prueba de admisión es seleccionar a alumnos que vayan a tener éxito en la universidad. Por lo tanto, hay que evaluar los contenidos relevantes para ese propósito y no todos los contenidos posibles. Por eso el informe Pearson hace hincapié en que hay que olvidarse de evaluar todo el marco curricular y recomienda reducir contenidos innecesarios para no perjudicar a los alumnos provenientes de la educación técnico-profesional.
-¿La nueva PSU debería enfocarse entonces solo en la predictibilidad?
Hay dos aspectos importantes a considerar en una prueba de admisión: predicción y equidad. Una prueba tiene que servir para predecir el rendimiento universitario, sin otorgar una ventaja injustificada a un grupo por sobre otro. Para que prediga bien, habría que partir por estudiar los contenidos que los alumnos requieren dominar en Matemática, Lenguaje, Historia y Ciencias para tener éxito en su primer año de universidad. Evidentemente, lo que un alumno necesita saber de Matemática para aprobar el primer año de Ingeniería Civil, no es lo mismo que requiere saber si va a estudiar Educación de Párvulos. Para eso, hay que estudiar los curriculum de primer año de las universidades y encuestar a los profesores universitarios. Más contenidos no necesariamente van a contribuir a tener una mejor prueba de selección. En el caso de la PSU, el último informe de las expertas que pidió el Cruch, entre otras recomendaciones, sugirió la reducción de contenidos en Lenguaje, porque no aportaban a la predicción.
-¿Y la prueba de Historia servía para la predictibilidad?
No es muy predictiva, es de las menos predictivas, junto con la de Lenguaje, según el informe de Pearson. También habría que reformularla. En todo caso, es lamentable que se haya debido suspender. Me pongo en los zapatos de los alumnos que prepararon esa prueba e invirtieron en preuniversitarios, y entiendo que se sientan estafados. Pienso que los rectores tendrán que dar una respuesta mejor que la que han dado. Y veo con temor la próxima aplicación de la PSU a fines de enero. La violencia es inaceptable como medio de presión, pero es comprensible la frustración que ha generado la renuencia de quienes fueron parte de la PSU a reconocer los errores cometidos y a corregirlos. Hay quienes aún insisten en que el problema no es la prueba, cuando es evidente que esta tiene fallas muy serias y su uso afectó las oportunidades de los más pobres.
-¿Se cometieron muchos errores?
Aquí no solo se cometieron errores, sino que se ocultaron. Junto a Mladen Kolajtic llevamos 17 años estudiando la PSU, analizando datos y documentos. En el ministerio y en el Demre había gente honesta que sabía de los problemas y querían corregirlos. Sabemos también que en más de una oportunidad el Cruch y sus asesores los obligaron a tomar decisiones erróneas. Por eso, este no es el momento de lavar la imagen, de decir que el problema es del sistema escolar y no de la prueba. Es tiempo de reconocer errores, pedir disculpas, mantener lo positivo del sistema único y centralizado de selección y cambiar lo que haya que cambiar, partiendo por reformular la PSU.