viernes, 6 de enero de 2012

Escuela de verano

En Educación, 2012 ha comenzado con un nuevo ministro, los resultados de la PSU y su abanico circundante de opiniones, la aprobación por parte del Senado de la idea de legislar en dirección a una norma que prohíba la entrega de recursos estatales a entidades educacionales con fines de lucro y, al cierre de 2011, la publicación de resultados de la última encuesta CEP. Más recientemente, el debate ha girado en torno del intento ministerial de introducir una nueva denominación a la dictadura, reemplazando esta palabra por la de "régimen militar" en los programas escolares.

Un par de comentarios sobre tres de estos puntos. Dejo para otro momento, el análisis de la parte referida a Educación en la Encuesta CEP:

  • Probablemente, con la excepción de Ernesto Schiefelbein, el ministro Beyer sea el primer "técnico" que asume en Educación desde 1990. Ninguno de los otros ministros de los gobiernos de la Concertación fue realmente un especialista en educación, si bien varios lograron un claro manejo de la agenda de reformas. En el gobierno actual, por cierto ni Lavín ni Bulnes pueden ser considerados "técnicos". Más bien, como lo recordó parte del debate comunicacional de estos días, todos los ministros han sido rotulados como "políticos", apelativo que en rigor se usa para justificar su desconocimiento de los temas propiamente sectoriales.
  • En contraste, Beyer ha sido desde mediados de la década de 1990, el principal referente técnico de derecha en las discusiones sobre políticas educacionales. La Concertación, en cambio, ha contado con un repertorio bastante más amplio.
  • Esta trayectoria técnica de Beyer parece abrir expectativas de una nueva agenda de conversaciones "técnicamente informadas", como si ello le restara densidad política a la misma, y como si tal carácter "técnico" allanara los acuerdos e imprimiera un cierto carácter de verdad incuestionable a lo conversado. Nada más utópico: detrás de casi toda decisión "técnica" se puede vislumbrar una connotación política, sobre todo en Educación.
  • Sobre la PSU, solo es necesario recordar que el problema de la PSU no es el problema de la educación en Chile; que se trata de una prueba de selección hegemonizada por unas cuantas instituciones que se resisten a someterla a escrutinio; que si lo que se busca es regular el acceso a la educación superior, hay procesos alternativos que pueden ser más equitativos y más predictivos del desempeño; y que hay incentivos perversos propiciados por el Estado que alientan a las universidades a mantenerse al alero de la PSU.
  • Por otra parte, el lucro con recursos públicos vuelve a ser foco de discusión. El ministro ha dicho que se trata de una medida "a la bandada" y que una mejora del sistema educacional demanda una perspectiva más amplia (lo que, no obstante, por ahora parece implicar que sólo se debe discutir sobre la forma en que la nueva Superintendencia de Educación Superior debiera fiscalizar el lucro y las "sociedades espejo"). Algunos políticos de derecha han defendido la idea de prohibirlo, mientras otros se preguntas por las implicancias de esta medida en el emprendimiento privado en el sistema escolar.
  • Lo interesante de este tipo de afirmaciones es que sugiere que la iniciativa privada en educación solo tiene un móvil: la ganancia o el beneficio individual o de un grupo. La acción privada desinteresada o filantrópica no tendría, por extensión, lugar en el sistema escolar. Pero es claro que muchos individuos y organizaciones privadas histórica y legítimamente han prestado servicios en educación sin que ello implique la declinación del sistema educacional o la quiebra de esos oferentes. Aunque suene majadero repetirlo, más allá de las imperfecciones de la propuesta legislativa, lo que resulta evidente es que la mayoría de sociedad chilena rechaza es el enriquecimiento con recursos públicos, sobre todo cuando el fin de esos recursos, es garantizar la provisión y ejercicio pleno de un derecho.
  • Sobre la alteración del modo en que el MINEDUC propone referirse a la dictadura, baste decir que si bien el ministro ha dicho que el cambio no impide el uso de la palabra "dictadura", es claro que prefieren palabras menos categóricas, tal como aparece en la Unidad 3: "Chile en el siglo XX" del programa de Historia de Sexto Año Básico (ver página 23) y tal como lo retrata el nuevo sitio "curriculum en línea", donde optaron por hablar del "quiebre y recuperación de la democracia" y de cómo el "gobierno militar" implementó "transformaciones económicas, tales como la baja de aranceles y el crecimiento económico"...