lunes, 17 de agosto de 2009

Desarrollo, economía y educación


Hace casi 20 años, la CEPAL propuso una agenda de desarrollo para la región latinoamericana, buscando articular crecimiento y equidad, lo cual suponía abordar el desafío de (re)pensar el rol de Estado y el sector privado en la dinamización de las estructuras productivas y en la construcción de bienestar social de los países, inscritas ya en un nuevo escenario de globalización creciente. En lo sustantivo, la propuesta consistió en fundar el modelo de desarrollo en una economía abierta al mundo basada en la alianza público-privada, con un Estado atento a la generación de condiciones favorables para la inversión privada que, a su vez, sería la responsable de la creación de empleo, aumento y expansión de la producción. El Estado, asimismo, se haría cargo de la re-distribución de los beneficios del crecimiento hacia los sectores más pobres y emprendería un conjunto de reformas estructurales, entre las cuales la reforma educativa ocupaba un papel altamente estratégico, especialmente en sus niveles básico y medio, porque el sólo aumento del nivel general de nivel educativo nacional generaría un mayor aprovechamiento de las tecnologías disponibles y la diversificación de la estructura deportiva.

En la publicación "La transformación productiva 20 años después. Viejos problemas, nuevas oportunidades", CEPAL vuelve a revisar las condiciones de los países latinoamericanos para alcanzar el bienestar sostenido y distribuido equitativamente, ahora en un nuevo escenario mundial donde Asia, Europà y Estados Unidos ocupan un lugar central en tanto polos de desarrollo. El modelo de economía basado en las exportaciones resultó adecuado para impulsar las economías locales, pero no ha generado una dinámica de transformación productiva, especialmente en lo que dice relación con la creación de industrias intensivas en conocimientos (innovación y aprendizajes). Así, el desafío actual sería pasar de economías basadas en la extracción, manufactura y servicios hacia economías de información, innovación y altamente tecnológicas (TIC y biotecnología), lo cual exige una nueva alianza público-privada, cimentada en consensos nacionales y una estrategia a largo plazo.

Como es obvio, la contribución de la educación ahora se desplaza hacia los niveles superiores del sistema escolar, porque el conocimiento necesario es aquel disponible en el capital humano avanzado. El reto no es la cantidad de educación, sino la calidad.

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