lunes, 21 de septiembre de 2009

Examen para egresados de Pedagogía


En Chile, la calidad de la formación inicial de profesores es objeto de crítica frecuente. Ello porque se sabe que hay cierta relación entre resultados de aprendizajes de los estudiantes y calidad de los profesores a cargo de su enseñanza y porque, como se sugiere en el post de hace unos días sobre desigualdad educativa y formación inicial, la calidad de los profesores puede ser causa y consecuencia de la desigualdad social (en tanto su distribución siga mostrando una tendencia regresiva caracterizada por el encuentro nefasto de la baja idoneidad docente y la complejización de las condiciones de educabilidad o, lo que es lo mismo, profesores con poca preparación pedagógica y disciplinaria en aulas donde la tarea de enseñar en más difícil).

El Programa INICIA, del MINEDUC ha anunciado que los estudiantes que egresen de Pedagogía este año, además de rendir en noviembre un examen de sus Conocimientos Disciplinarios aprendidos a lo largo de la carrera y otro de Comunicación Escrita, deberán rendir otra prueba de Conocimientos Pedagógicos para los egresados de Educación Básica, que consistirá en la medición de competencias para la planificación adecuada de clases, saber cómo realizar evaluaciones pertinentes, el empleo de metodologías y atender la diversidad de alumnos de una clase.

Según informa El Mercurio, habrá también un segundo instrumento que se aplicará experimentalmente a una muestra de egresados de Educación Básica y evaluará el dominio de tecnologías de la información y comunicación de los estudiantes. Asimismo, habrá una tercera prueba de conocimientos disciplinarios para los egresados de Educación Parvularia.

La llamada “prueba INICIA” ha sido criticada tanto favorable como negativamente.

En el primer caso, se afirma que el programa puede servir como un indicador de calidad y un mecanismo para mejorar la formación pedagógica que se imparte en cerca de 60 universidades en Chile, al tiempo que proveerá información confiable sobre los diversos aspectos que hay que revisar en los currículos y metodologías de formación inicial docente. Esto resulta todavía más necesario si no se aborda el problema de la formación inicial en toda su extensión y densidad, lo cual –entre otras dimensiones- exige intervenir los incentivos para estudiar y ejercer la pedagogía; afinar los sistemas de reclutamiento y financiamiento para asegurar el acceso y permanencia de los buenos estudiantes en las carreras de Pedagogía; mejorar los currículos formativos en las universidad, donde parece haber una complacencia notable con lo realizado hasta ahora; y fortalecer los vínculos entre las políticas educativas, la escuela y la docencia e investigación en universidades y centros de estudios. Así visto, mientras no se encare este desafío mayor, bienvenidos los filtros de salida como INICIA.

En el segundo caso, la crítica central parte del mismo punto pero señala que INICIA se suma a la corriente de evaluación basada en estándares, asumiendo que la definición de criterios de salida servirá como guía para la formación inicial, del mismo modo que el SIMCE y la PSU, cuyo efecto disciplinador o regulador de la enseñanza escolar es evidente. De este modo, se homogeniza o se impone una comprensión única de la buena formación inicial en Pedagogía, olvidando que hay tantas pedagogías posibles como escenarios de enseñanza. Asimismo, también sobre la base de lo que la experiencia muestra que el SIMCE y la PSU han causado en la enseñanza básica y media en Chile, y dada la febril obsesión del sistema educativo chileno por los rankings, se arriesga un empobrecimiento curricular caracterizado por un excesivo énfasis en la enseñanza de los conocimientos relevantes para una buena puntuación en las pruebas de egreso. Lo anterior se ve agravado porque no siempre resulta posible representar en ítemes todos los conocimientos pedagógicos. Así, por ejemplo, las capacidades para la Comunicación Oral suelen ser excluidas de las pruebas estandarizadas, olvidando que la efectividad en pedagogía tiene mucho que ver con el discurso docente y su efecto movilizador en los estudiantes.

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