martes, 31 de agosto de 2010

Bullying contra docentes

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En La Tercera se publicó una nota sobre el incremento de las denuncias de violencia contra profesores, consistente en hostigamiento y/o agresión por parte de alumnos y/ sus familias. Allí se afirma que uno de los factores que parece estar en la base del problema es el deterioro de la disciplina escolar, esto es, el apego a cierto marco normativo que rige las relaciones en la comunidad escola. Se cita también a Isidora Mena, académica de la PUC, quien argumenta: "no es que los profesores hayan perdido autoridad, es más difícil ser
docente, porque las condiciones han cambiado".

Aunque en forma ambigua, esta perspectiva sugiere, al menos en forma parcial, que la base de la indisciplina es el debilitamiento de la autoridad docente fundada en sus pilares tradicionales: a) el monopolio del conocimiento (obviamente, ya no radicado sólo en la escuela); b) el respeto al adulto en cuanto tal (es decir, a la diferencia de edad entre adultos y niños y la autoridad que acompaña a esta asimetría); y c) el docente como modelo de rol (esto es, al docente que sirve de testimonio de buena vida).

La segunda mirada es la que implica afirmar que "las condiciones han cambiado". Esto se puede comprender como si se dijera que lo que es enseñado en el aula, en sí mismo y como experiencia, tiene hoy poco peso en la vida cotidiana de los estudiantes. Simplemente, para los nuevos estudiantes, la clase es aburrida porque "no hace sentido" ni se conecta con los intereses que los moverían a prestar atención y a otorgarle credibilidad al docente.

Pero junto con este cambio en las condiciones de interacción en la clase, hay que poner otro bastante obvio: hay un creciente abandono de toda norma disciplinaria en el aula, como se aprecia en prácticas tales como el comer en la sala, escuchar música o hablar por teléfono, botar papeles o desperdicios en cualquier lugar, rayar los pupitres, robar a los compañeros o romper los materiales y equipos existentes allí. Es decir, parte del cambio de condiciones para la enseñanza en el aula tiene que ver con la percepción de impunidad que parecen experimentar los alumnos, percepción que los autorizaría a comportarse como lo deseen sin ponderar consecuencias disciplinarias, simplemente porque la experiencia les muestra que no las habrá.

Es bastante evidente que estas condiciones son generadas por la propia institución escolar. Es decir, por la administración y los mismos docentes que toleran y/o posibilitan su expansión.

Sin embargo, podría haber otros factores, como sugiere el mismo artículo comentado: hay una tendencia a sobreproteger al estudiante y a dudar a priori del docente al momento de un conflicto. O sea, los docentes son conscientes que no cuentan siempre con el respaldo de los direcitvos y administradores. Ello porque el alumno, en un esquema de libre elección y competencia, es un cliente y virtual portador de recursos que son recibidos a través de la subvención estatal. Así visto, el aumento de las agresiones contra docentes es en parte una consecuencia de la lógica clientelar en el sistema escolar. Pero hay que ser cautos con esto porque el número de docentes efectivamente agredidos es marginal en comparación con el total que trabaja en establecimientos subvencionados. Si el régimen de subvenciones fuera una causa relevante del bullying docente, el número de afectados sería mayor.

La prudencia en el juicio, a la vez, no debe llevar a subestimar la gravedad del problema. El problema existe aquí y en muchos otros lugares. En España, ya en 2006, se informaba que el 43% de los docentes madrileños presentaba algún daño psíquico por la violencia en las aulas. Triste perspectiva.


4 comentarios:

  1. Interesante tu reflexión, sobretodo en el aspecto de que se tiende a proteger más al alumno que al profesor, en circuntancias que AMBOS deberían ser protegidos, a veces uno del otro. En el artículo se menciona a un profesor que para evitar que un grupo de alumnos se fugase de la sala, le toma del brazo. Los alumnos lo graban y denuncian como agresión y el docente está suspendido de sus funciones y siendo investigado, osea, los alumnos saben que nos pueden (yo soy profesor) agobiar todo lo que quieran, sabiendo que cualquier reacción "no adecuada" de parte nuestra será sancionada, y que ellos no tendrán sanciones drásticas si realizan lo mismo con un profesor.

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  2. Sería interesante saber si existen estadísticas de la agresión (de todo tipo) hacia los docentes y también hacia los alumnos, previo a la reforma de 1996, que cambió el eje en el sistema educativo desde los profesores, a los alumnos vía: constructivísmo educacional. Comento esto, pues si bien el sistema anterior no era de los mejor, ni lo más actualizado, estoy bastante seguro que lo que lo vino a reemplazar, aparte de no mejorar substancialemente las cosas, tenía sus propios defectos que pocos advirtieron. El caso Español sirve de una u otra forma para corroborarlo, al menos parcialemnte.

    En esta conferencia, se trata con más detalle el tema (contructivismo en la educación)

    http://www.terceracultura.net/tc/?p=2114

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  3. A mi entender, uno de los problemas para abordar la violencia escolar (en cualquiera de sus expresiones y orientaciones) es que históricamente la disciplina escolar se ha acompañado de una cuota de violencia explícita e implícita. Esto hace que su medición sea siempre borrosa. Así, por ejemplo, mucho de lo que hoy se rotula como "agresión", "violencia", "bullying", etc., antes (digamos a fines de la década de 1980) no habría calificado como tal.

    Visto así, el quiebre que pudiera haber significado la difusión del constructivismo y el protagonismo escolar del niño que lo caracteriza, parece más un fenómeno de visibilización (o concientización) de lo que antes era subestimado, y menos un factor que puede haber aumentado las expresiones de violencia escolar.

    De todos modos, la hipótesis es interesante. Sugiero incluir otros factores: la creciente conciencia del niño como sujeto de derechos y la "democratización" de las relaciones intra-hogar e intra-aula. Ambos elementos no generan más violencia, pero sí parecen aumentar la exigencia al buen trato en las aulas y la escuela en general.

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  4. todo lo dicho anteriormente es sierto,pero no lo concreto ni lo real,yo defendere al profesor que intenta detener al alumno que fue tomado del brazo para que no se fugara de la clases,pues este profesor estaba defendiendo su trabajo ya que sino actua de tal modo sera poco menos que crucificado por sus superiores y lo clasificaran de un profesional no calificado para ejercer y que no tiene dominio de curso,pero en realidad el pudo dejarlos ir y haberle dado lo mismo,sin embargo creo que el ama su profesion y daria todo por sus alunmos, pero creo que ninguno de los docentes y mucho menos los directivos estan aptos para tratar con esta clases de alumnos que no les importa ni siquiera su persona, es tanto que llegan a denigrarse hasta el punto de dejarse grabar en la intemidad como esta niñita Naty.

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