"¿Cuáles son las posibilidades efectivas de buenos resultados? Esfuerzos similares se hicieron en el pasado, y no es evidente que hayan tenido demasiado, si algún, éxito. ¿Por qué habrían de tenerlo ahora? Las experiencias fueron más bien amargas por las dificultades de cambiar desde fuera, de manera persistente, las prácticas pedagógicas de los establecimientos apoyados. La experiencia internacional enseña que esto es una tarea extremadamente difícil. ¿Por qué Chile sería la excepción? Por supuesto, ello no significa que no deba abordarse este desafío, pero deben elegirse bien los vehículos. La paradoja es que el país y el Gobierno ya parecen haberlos elegido.
Por una parte, existe un proyecto de ley en el Congreso -que viene del gobierno anterior y que formó parte del acuerdo de educación- que crea una agencia de calidad que supervisa a los establecimientos educacionales del país y les exige el cumplimiento de estándares educativos. Los establecimientos podrán acceder, si así lo estiman conveniente, a apoyos que les ayuden a satisfacer esos estándares, pero si no los cumplen en plazos razonables, dejarán de tener el reconocimiento oficial. Esta institucionalidad está muy en línea y perfecciona la que creaba la ley de subvención escolar preferencial.
2) Mayor compromiso de la familia, y en particular de los padres. Por ejemplo, podría haber charlas periódicas para padres y apoderados acerca de los principios básicos del aprendizaje, la comprensión lectora, la creatividad, el pensamiento genuinamente crítico, etc.
3) Evaluación sistemática de los sostenedores y directivos, porque muchos se están enriqueciendo sin dar a cambio un servicio medianamente bueno. Diversos estudios muestran que, comparativamente, quienes "gestionan" en Chile la educación privada están muy por debajo de la imagen de vocación y eficiencia que quieren vendernos.
4) Por lo mismo, resulta imperativo un monitoreo permanente de las autoridades para evitar que los nuevos dineros de las subvenciones vayan a parar (directa o indirectamente) a los bolsillos de los "sostenedores" (un eufemismo paradójico, pues a menudo tales agentes no sostienen la educación que ofrecen, sino que más bien se sostienen a sí mismos ofreciendo lo que no cumplen: educación de buen nivel).
5) Por cierto, se debe vigilar que los "capacitadores" o "conferencistas" no provengan de la misma familia o del entorno de los dueños y directivos, salvo que no cobren. Otro tanto vale para los proyectos de mejoramiento infraestructural que el estado financie en algunos centros, porque no deben estar a cargo de empresas relacionadas con los dueños o directivos de los colegios.
Si ya es cuestionable que vean la educación como un negocio, resulta inaceptable que la degraden a la categoría de negociado y que además lo perpetren ante nuestras narices.
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