martes, 28 de diciembre de 2010

Plan de apoyo a 1000 escuelas

Harald Beyer, coordinador académico del CEP, ha publicado una opinión en prensa sobre esta iniciativa del gobierno, consistente en un plan de asistencia técnica a 1000 escuelas, coordinado desde el MINEDUC y que incluye intensas mediciones estandarizadas de aprendizaje luego de aplicar unidades de enseñanza también estandarizadas y alineadas con el curriculum oficial. Beyer duda de la efectividad de esta medida y se pregunta:

"¿Cuáles son las posibilidades efectivas de buenos resultados? Esfuerzos similares se hicieron en el pasado, y no es evidente que hayan tenido demasiado, si algún, éxito. ¿Por qué habrían de tenerlo ahora? Las experiencias fueron más bien amargas por las dificultades de cambiar desde fuera, de manera persistente, las prácticas pedagógicas de los establecimientos apoyados. La experiencia internacional enseña que esto es una tarea extremadamente difícil. ¿Por qué Chile sería la excepción? Por supuesto, ello no significa que no deba abordarse este desafío, pero deben elegirse bien los vehículos. La paradoja es que el país y el Gobierno ya parecen haberlos elegido.

Por una parte, existe un proyecto de ley en el Congreso -que viene del gobierno anterior y que formó parte del acuerdo de educación- que crea una agencia de calidad que supervisa a los establecimientos educacionales del país y les exige el cumplimiento de estándares educativos. Los establecimientos podrán acceder, si así lo estiman conveniente, a apoyos que les ayuden a satisfacer esos estándares, pero si no los cumplen en plazos razonables, dejarán de tener el reconocimiento oficial. Esta institucionalidad está muy en línea y perfecciona la que creaba la ley de subvención escolar preferencial.
Por otra parte, una mejor selección de directores y la entrega de mayores atribuciones para que éstos puedan desarrollar su labor es un complemento más que apropiado para esa nueva institucionalidad. Hay una coherencia clara entre ambas iniciativas e incluso se pueden reforzar, generando un mayor impacto en aprendizajes, que si sólo una de ellas se pusiese en práctica. Esta observación, en cambio, no se puede hacer respecto del plan de las mil escuelas. Se corre el riesgo de diluir las responsabilidades en lugar de precisar los ámbitos de acción de los distintos actores educativos, que es una tarea que el sistema escolar debe abordar con urgencia. Entonces, más que promover ese plan, parece pertinente concentrar los esfuerzos en asegurar que efectivamente los futuros directores sean de altas capacidades, que tengan los incentivos adecuados para desempeñarse en establecimientos vulnerables, que no estén demasiado limitados en sus atribuciones y que en el desarrollo de su labor sean supervisados de modo apropiado por instancias profesionales que tengan claro que su labor es de control y no de gestión".

En el espacio de blogs de El Mercurio, las reacciones de algunos lectores a la opinión de Beyer resultan interesantes. En particular, vale la pena destacar lo señalado por Eduardo Llanos Melusa, quien luego de valorar la preocupación de Beyer, sugiere focalizar la política en los siguientes factores:

1) Mejoramiento de la calidad de los docentes (seleccionándolos y formándolos mejor, pero también recapacitando y supervisando en serio, no en serie).

2) Mayor compromiso de la familia, y en particular de los padres. Por ejemplo, podría haber charlas periódicas para padres y apoderados acerca de los principios básicos del aprendizaje, la comprensión lectora, la creatividad, el pensamiento genuinamente crítico, etc.

3) Evaluación sistemática de los sostenedores y directivos, porque muchos se están enriqueciendo sin dar a cambio un servicio medianamente bueno. Diversos estudios muestran que, comparativamente, quienes "gestionan" en Chile la educación privada están muy por debajo de la imagen de vocación y eficiencia que quieren vendernos.

4) Por lo mismo, resulta imperativo un monitoreo permanente de las autoridades para evitar que los nuevos dineros de las subvenciones vayan a parar (directa o indirectamente) a los bolsillos de los "sostenedores" (un eufemismo paradójico, pues a menudo tales agentes no sostienen la educación que ofrecen, sino que más bien se sostienen a sí mismos ofreciendo lo que no cumplen: educación de buen nivel).

5) Por cierto, se debe vigilar que los "capacitadores" o "conferencistas" no provengan de la misma familia o del entorno de los dueños y directivos, salvo que no cobren. Otro tanto vale para los proyectos de mejoramiento infraestructural que el estado financie en algunos centros, porque no deben estar a cargo de empresas relacionadas con los dueños o directivos de los colegios.

Si ya es cuestionable que vean la educación como un negocio, resulta inaceptable que la degraden a la categoría de negociado y que además lo perpetren ante nuestras narices.



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