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El gobierno de Chile ha puesto suma urgencia al proyecto que crea una subvención escolar adicional destinada a los sectores medios. Esta nueva subvención, según advierte García-Huidobro en El Mostrador, es fundamentada desde la SEP (subvención escolar preferencial) que existe en Chile desde 2008, sugiriendo que la anima el mismo espíritu de ésta, a saber, el reconocimiento de la complejidad de educar con calidad a los más pobres y la necesidad de adicionar recursos para ello. Sin embargo, esto sería un espejismo o un caballo de Troya, pues como ya había denunciado el Movimiento Educación 2020, esta subvención no solo no fortalecería la implementación de la SEP, sino que la debilitaría pues no exigiría los mismos requisitos para recibirla, a saber, renunciar a cobros adicionales a las familias de alumnos vulnerables, no seleccionar ni excluir y destinar los nuevos recursos exclusivamente a acciones de mejoramiento de los aprendizajes. En pocas palabras, se entregaría al establecimiento, tenga éste o no prácticas de segregación (seleccionar y demandar copago a las familias), tenga o no éste ánimo de lucro, tenga o no interés en invertir en mejores condiciones e iniciativas para adecuar su gestión y pedagogía a las condiciones de educabilidad de los estudiantes que acoge. Como bien dice García-Huidobro, "esta nueva subvención les da más plata a los sostenedores y no les exige
nada a cambio. Más aún, premia con este nuevo aporte a los sostenedores
que atienden a estudiantes pobres (I y II quintil) y que, en su
momento, decidieron no asumir los compromisos que implicaba ingresar a
la SEP. En buenas cuentas, esta subvención resulta un beneficio claro
para los sostenedores y no asegura ninguna ventaja a los estudiantes
pobres a quienes está dirigida, ya que no garantiza ninguno de los
bienes que la fundamentación del proyecto promete". Y agrega: "hay dos lógicas: la de la igualdad (que en Chile no se cumple
porque —lo subraya el proyecto— los más ricos tienen más plata para la
educación de sus hijos) y otra éticamente muy exigente que es poner la
igualdad en los resultados y no el tratamiento y, por tanto,
diversificar los tratamientos dando más a los más pobres para avanzar
hacia la igualdad de resultados. Lógica que el proyecto enuncia, pero
que luego contraviene al aceptar el financiamiento compartido, cuyo
principio es que quien más tiene más aporta y más recibe".
El Movimiento 2020 apunta en idéntica dirección. afirmando:
- El proyecto insiste en reforzar el financiamiento compartido (y con ello la segregación), pese a toda la discusión suscitada a raíz del incentivo tributario. Chile es uno de los países con mayor segregación escolar del mundo, situación que es profundizada por el financiamiento compartido. Diversas investigaciones, han demostrado que el financiamiento compartido sólo agrava la alta segregación social de la educación chilena, limita las posibilidades de elección de las familias (asociándolas a su capacidad de pago) y refuerza el carácter selectivo y excluyente de las comunidades escolares. No hay evidencia de que los recursos del copago se hayan traducido en mejor calidad.
- El uso de estos recursos - al no asociarse a un gasto específico - podría terminar reforzando el lucro y/o fomentando la apertura de nuevos establecimientos por parte de sostenedores que hoy no aseguran calidad. Hasta hoy se pueden crear impunemente escuelas de cualquier tamaño o calidad. Al respecto, la Agencia de Calidad y la Superintendencia de Educación podrán establecer sanciones recién en 4 años. ¿Qué pasa con estos recursos en el intertanto?
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