domingo, 5 de junio de 2011

La educación de los excelentes y la educación pública

Una reciente columna de Belleï y Valenzuela en El Mercurio reflexiona acerca del Mensaje Presidencial del 21 de mayo pasado y señalan que "la educación pública de calidad no puede reducirse a una red de liceos de excelencia académica -de por sí altamente selectiva y de escasa cobertura-, sino que, por el contrario, debe ramificarse hacia todos los sectores geográficos y sociales del país, para constituirse en la columna vertebral del sistema escolar, como lo es en prácticamente todos los países desarrollados"; antes bien, concluyen que lo que el país necesita es una educación pública de calidad, gratuita y no selectiva.

En España, en los últimos meses, se dio un interesante debate acerca de la calidad y la excelencia académica, todo a partir de la opinión de Esperanza Aguirre, una destacada mujer política del Partido Popular en Madrid, quien defendió la necesidad de segregar a los alumnos más capaces de aquellos que avanzan "normalmente", pues de otro modo se estaría afectando el desarrollo de los talentos de los primeros. Su propuesta es simple: juntar en un mismo centro a los alumnos de mejor desempeño, seleccionar buenos docentes para su enseñanza y luego agruparlos en un centro propio. Es decir, la misma idea del gobierno chileno con los liceos de excelencia.


Dos reacciones que El País anota son las siguientes:

  1. "La formación de los más capaces", columna escrita por dos profesionales de un proyecto llamado ESTALMAT. Los autores afirman que "se consideran alumnos de altas capacidades a aquellos que trabajan y aprenden a mayor ritmo, con mayor profundidad y con mayor amplitud que los demás, sobre todo cuando trabajan un tema de su interés. Nacen niños con talento en todas las clases sociales y en todos los lugares y es la educación, el estudio y el esfuerzo en el sentido más amplio lo que va a hacer que esas capacidades se vayan desarrollando o se vayan perdiendo. Los modelos genéricos que existen para atender a los alumnos de altas capacidades en los países desarrollados son tres: a) la aceleración del aprendizaje, que podríamos resumir en un salto de curso; b) el enriquecimiento en todas sus modalidades, ya sea dentro del aula, ya sea en horario extraescolar, en algunas materias, y c) la agrupación por capacidades, casi siempre en función del rendimiento académico de cursos anteriores".

  2. "La excelencia en educación: algo más que una ocurrencia", de José Gimeno Sacristán, bien conocido por estos lados. Gimeno Sacristán advierte que "las escuelas, los institutos, las universidades o el profesorado excelentes no se crean por regulaciones legales o administrativas, sino por el afianzamiento de políticas que apoyen el buen hacer y no toleren lo que lo entorpezca. El alumno excelente es, sencillamente, el buen alumno. La entrada en escena del tema de la agrupación segregada de estudiantes excelentes es otra de las ocurrencias a las que estamos acostumbrados, que no tendría más importancia si no afectase a una de las columnas del sistema: la de la comprensividad planteada ahora con más sutileza. Querían quitarse de en medio a los peores, a los pendencieros, a los que no saben apreciar las esencias de una educación costosa que no aprovechan, añadiendo el convincente argumento de que los débiles académicamente entorpecen y frenan la fecunda enseñanza de una parte del colectivo profesoral, que ve cómo su promisoria semilla esparcida para todos no germina en un porcentaje significativo del alumnado, tierra infértil del sistema".

Lo novedoso es que este modelo de educación para los más capaces se hace al alero de la mejora de la educación pública. Es decir, el porvenir de la educación pública está en generar una oferta de primera calidad para unos pocos, los talentosos provenientes de hogares pobres o de clase media, mismos a los que el sistema escolar y la sociedad les prometerían luego formar parte de una futura elite. Esto, por lo demás, no resulta extraño y, más aun, es parte de la narrativa de la educación pública que se enorgullece de los logros de sus establecimientos emblemáticos y por los cuales las familias compiten, disputan vacantes y reclaman su derecho a la libre elección. Es decir, estas familias privatizan su acceso a la buena educación, mientras que aquellas que no tienen la fortuna de tener un hijo talentoso, se resignan a aceptar tal suerte y acceder a establecimientos de menor calidad.

La educación pública, por consiguiente, no sería educación de masas, sino de elite. Su obligación viene a ser construir un lugar protegido, dotado de recursos y un clima escolar que posibilite una cultura del esfuerzo, el profesionalismo y la productividad académica. Es una tentativa por implementar una nueva educación pública que ha desplazado el valor de la igualdad y la justicia, para comenzar a operar sobre el valor del mérito y la libertad.

1 comentario:

  1. LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO.
    Las necesidades insatisfechas de las personas generan pérdida del recurso humano, cuando no crimen y violencia.
    Nadie está seguro sabiendo que alguien tiene que robar, asaltar o delinquir para poder comer.
    Se perderán miles de talentos, por el simple hecho de nacer en una familia con escasos recursos.

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