"Chile ha creado un sistema que, según la receta económica típica, es ideal: pura competencia. Pero en un trabajo reciente muestro que la educación es un sector distinto y complejo. Por ejemplo, si abro una tienda de sandwiches, un consumidor puede fácilmente discernir si el sándwich que vendo es bueno o malo. En educación, es difícil distinguir el producto de una escuela de la composición de sus consumidores. La reputación de un colegio depende de quiénes son sus clientes. Cuando esto eso es así, los colegios pueden construir una buena reputación en base a selectividad, y disminuye el impacto de la competencia".
"[En las escuelas] debería haber menos selectividad. Suecia tiene un sistema de subvenciones parecido al chileno, pero sus escuelas deben elegir alumnos por sorteo. En EE.UU., las escuelas con financiamiento público tampoco pueden seleccionar. En Chile, a las escuelas les es fácil elegir, lo que las lleva a basar sus reputaciones más en quiénes son sus alumnos que sobre cuán bien enseñan".
Y luego opina sobre los mapas y "semáforos" que el MINEDUC ha introducido al informar el SIMCE: "no creo que el ministerio, al producir esos mapas, inventara algo nuevo. La cultura de los semáforos ya existía: estaba el Simce y sabíamos que los rasgos socioeconómicos están muy relacionados al rendimiento. Los mapas no dan información sorprendente para nadie. Publicar mapas no mejora la educación ni genera presión para elevar la eficacia del sistema. Al contrario, se refuerza la cultura que dice que la empresa buena es la que tiene buenos compradores".
Anexo: una entrevista a Martin Carnoy, de Stanford, apunta en la misma dirección. Se puede consultar en El Mostrador.
Ttoda la razón
ResponderEliminarhttp://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2010/06/24/%E2%80%9Cla-competencia-en-educacion-es-una-locura-de-la-derecha%E2%80%9D/