miércoles, 16 de diciembre de 2009

Educación en las sombras

En el último boletín de IIPE UNESCO se aborda una problemática más antigua que los mismos sistemas escolares y que en todo el mundo persiste como otra muestra de la preocupación familiar por la educación de los hijos y como una señal más de prácticas privadas que, aunque bien intencionadas, dificultan aun más la superación de las desigualdades injustas en la escuela y en la sociedad. Son las clases particulares o de refuerzo a los aprendizajes escolares en el hogar que, como es obvio, son posibles cuando la familia puede pagarlas.

Igualmente obvio resulta asociar el aumento de esta práctica a la efervescencia por las evaluaciones nacionales y la difusión de sus resultados, sea para informar cuál es la calidad de la educación, sea para construir rankings y asignar cupos y recursos en la educación superior. Mientras más relevancia tengan los resultados escolares y cuanto más competitivo sea el sistema escolar, más probable es que quienes puedan hacerlo, recurran a las clases particulares o "educación en las sombras", como acertadamente las denomina Mark Bray, en el documento de IIPE UNESCO.

Bray sostiente que la metáfora de la ‘sombra’ se utiliza porque el fenómeno imita la educación convencional. Si el currículo de la educación formal cambia, también cambia en la sombra, y a medida que crece la corriente dominante, también crece en la sombra.

El término ‘educación en la sombra’ describe las clases privadas particulares recibidas por los alumnos después de la escuela, individualmente o en grupos. Los datos que proporciona el artículo son ilustrativos: en 2007, en Corea, el 88% de los niños que cursaban educación básica recibieron clases particulares; el 78% en la educación secundaria baja (equivalente al último sub-ciclo básico chileno) y el 62% la secundaria superior. En Inglaterra, las cifras para 2008 fueron del 12 y el 8% para alumnos de educación básica y media, respectivamente.


Como los pre-universitarios, las clases particulares son recursos disponibles en el mercado y sujetos a la capacidad de pago de las familias. Quienes pueden contratar un buen servicio de enseñanza complementaria a la que se recibe en la escuela, acumulan ventajas respecto de aquellos que no pueden hacerlo, simplemente porque carecen de los recursos para pagar.


La presión por los resultados (característica en países como Corea y Chile) lleva a las familias y a los establecimientos escolares a recurrir a estos apoyos. Aunque también ocurre en escuelas públicas o subsidiadas por el Estado, es frecuente además que los colegios pagados sugieran a las familias que contraten clases particulares para los niños que avanzan más lento que sus compañeros de curso. De este modo, se da la paradoja de que es el hogar quien subsidia al colegio en su búsqueda de resultados, pese a que evidentemente es el centro escolar quien debiera hacerse responsable de generar condiciones para que todos sus alumnos alcancen los aprendizajes esperados. Pero, ¿quién no conoce a una familia donde se haya contratado clases particulares o, cuando los recursos no alcanzan, donde sea uno de los adultos el que actúa de profesor para sus hijos, aclarando dudas, ejercitando, proveyendo ejemplos, etc.?


Así como los pre-universitarios respecto de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), en una escala nacional, la educación en las sombras encubre la eficacia de cada centro escolar y, a nivel comparado, la de sistemas escolares completos. Otra vez la misma pregunta: ¿son auténticos estos resultados escolares atribuidos a la eficacia de profesores y del centro educativo, si la educación en las sombras es un factor interviniente?




(La imagen es de Christel Hendrix y se puede apreciar mejor en Flickr)

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