Hoy se publica en La Tercera, una opinión de J. J. Brunner sobre la situación de la reforma educacional que se discute en Chile. Dice Brunner que en este tema el país está en un atolladero, dados los continuos cambios o precisiones gubernamentales sobre las iniciativas en diseño y sus características. La columna es la siguiente:
"EL DEBATE educacional avanza confusamente. Cada día se instala una
nueva controversia. Se ha creado un clima de inseguridad y desconcierto.
De hecho, la autoridad no ha logrado construir y comunicar una agenda
de reformas ni conduce un proceso deliberativo fructífero.
¿Cómo puede superarse este impasse? Primero, el gobierno debe
clarificar -en forma coherente- su perspectiva de reforma, una agenda de
prioridades e ideas fuerza, una carta de navegación y un plan de
financiamiento de los cambios postulados para el 2015-2018. Sin este
componente continuará el cuadro de desorden político-comunicacional. En
cambio, nada se ganaría con reemplazar al ministro; sólo serviría para
profundizar la imagen de desgobierno del sector.
Segundo, esa perspectiva necesita apoyarse en un diagnóstico
compartido y contener políticas y medidas para avanzar en la dirección
buscada, sin recurrir a fantasías o engaños. Hay acuerdo, me parece a
mí, que se requiere fortalecer nuestro sistema mixto de provisión,
dotándolo de un régimen público más robusto de exigencias, estándares,
regulaciones, apoyos y financiamiento. Algo así como avanzar hacia el
modelo holandés: con autonomía de gestión para colegios de todo tipo de
sostenedores, cada uno con su misión y proyecto propio; estricta
igualdad de trato entre los diversos sostenedores debidamente
constituidos y acreditados; libertad de elección de los padres junto con
reglas claras de selección académica en la enseñanza media; programas
especiales para alumnos desaventajados y con necesidades especiales; y
un estatuto común para la profesión docente con pleno reconocimiento a
su dignidad y condiciones laborales.
Tercero, hay que crear y desarrollar diseños de cambio que puedan
implementarse efectivamente. De nada sirven nuevos paradigmas o
simulaciones especulativas de futuros posibles si acaso no hay planes
viables de ejecución. Por ejemplo, nadie cree seriamente que el Estado
puede financiar simultáneamente la gratuidad universal en todos los
niveles de la educación, desde el jardín infantil hasta los programas
universitarios más largos. Insistir en este punto lleva a dudar de la
seriedad del diseño y revela una inconsistencia en la planificación del
gasto fiscal. Proceder en tal dirección nos aproximaría al barranco de
un nuevo Transantiago.
Cuarto, es imprescindible respaldar las decisiones estratégicas y
también las medidas de corto plazo con una amplia legitimidad que les
otorgue efectividad y sostén en el tiempo. Ella se logra mediante
convergencias, articulaciones y creación de comunidades de ideas e
intereses. Sólo bajo estas condiciones habrá políticas de Estado
compartidas y de largo aliento. Resulta sorprendente, por lo mismo, que
dirigentes oficialistas se pronuncien contra la construcción de
consensos, la puesta en común de ideas e intereses diversos, el
ensanchamiento de las mayorías y la búsqueda de compromisos para
favorecer el cambio y avanzar. En condiciones de deliberación
democrática esto significa renunciar a convencer y creer que basta con
vencer en la contabilidad de votos parlamentarios o en las redes
sociales. Revela falta de confianza en el razonamiento y la
argumentación."
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios