miércoles, 1 de enero de 2014

Prioridades educacionales del gobierno de M. Bachelet (I)

Fuente: http://briasimpson.com
Hay una clara diferencia entre la agenda del gobierno saliente (el de S. Piñera) y el entrante (el de M. Bachelet): el primero acentuó las acciones o medidas concretas y más bien de continuidad u optimización de lo avanzado por los gobiernos de la Concertación; la segunda ha instalado una narrativa épica basada en un horizonte normativo que supone trabajar por una educación gratuita y de calidad para todos, donde el lucro (el retiro de utilidades o excedentes más allá de lo que el sentido común entiende como la "justa ganancia" por el servicio prestado) no tiene cabida o  donde -si la tiene- debe acotarse y transparentarse de forma tal que su legitimidad no se vea en entredicho. 

En efecto, la gestión educacional del gobierno de Piñera no logró comunicar los significados del cambio educativo que quiso implementar. A la hora del balance de cierre, persiste la idea de un repertorio amplio pero diverso de acciones que reaccionaron a las presiones de estudiantes y grupos de interés, lo que queda en evidencia al inventariar lo realizado en Educación Superior: allí hay una directa relación entre recursos asignados y capacidad de movilización y presión de los actores sociales. Esto no es de suyo criticable, sobre todo cuando se admite la elocuencia del rezago en términos de financiamiento público de este nivel educacional, cuando se observa la desventajosa situación de los estudiantes cuyo único cauce de financiamiento son los créditos financiados por la banca y cuando se reconoce que la desregulación y opacidad excesiva en que operan los proveedores, posibilitan transacciones cuya legalidad es al menos objeto de duda. Tampoco resulta criticable cuando simplemente se considera el explosivo crecimiento de la matrícula en este nivel y el claro desajuste entre los mecanismos existentes y las demandas de apoyo y soporte que dicha matrícula precisa. Por tanto, es evidente que el gobierno de S. Piñera no tuvo sino que actuar y asumir esta situación. 

Con todo, ello no lo exime de haber impulsado una agenda cuyos pilares fueron conocidos post-hoc, puesto quedó claro que el relato y visión de conjunto de sus ideas y orientaciones sobre el sistema educacional chileno no fue parte de las preocupaciones iniciales del actual Presidente. La triada "calidad-acceso-financiamiento" que luego se tradujo en la cuña "3x3" para significar que estos 3 ejes se buscarían en los 3 niveles del sistema educacional resultó tardía y no convincente. Había más bien una percepción de un gobierno cuya capacidad política no era suficiente para conducir los destinos del sistema y alinear a los actores relevantes en torno de una agenda clara y priorizada. A su favor, hay que anotar el incremento del gasto público en educación para subvencionar el servicio educativo en educación parvularia y en educación superior. En el nivel básico y medio, en cambio, poco se avanzó. Adicionalmente, se puede destacar la Beca "Vocación de Profesor" en tanto señal a la sociedad sobre la centralidad de los profesores y su formación inicial. Más allás de esto, queda una larga enumeración de medidas de administración (evaluaciones, nuevas leyes, incentivos, Liceos "Bicentenario", adecuaciones curriculares, etc.) que como tales puede ser necesarias, pero que no logran configurar una idea de reforma o transformación educativa.


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