Fuente: http://saladehistoria.com |
Una nota de prensa se pregunta si vale la pena tanto estrés en los niños, a propósito de la creciente cantidad de tests nacionales e internacionales en que participan los países. Afirma que estas mediciones han mejorado, pero que a menudo se olvida el objetivo final de las mismas, esto es, usar sus resultados para mejorar. "Todos sabemos que las mediciones son el punto de contacto más visible del sistema educativo ante la opinión pública", dice Jorge Manzi, citado en el artículo. Quizá aquí esté el nudo: las evaluaciones son recursos usados por los gobiernos para posicionar su perspectiva sobre la educación ante la sociedad y los medios. Se sabe que la forma de presentar los datos es diversa y que los mismos resultados pueden ser leídos de multiples formas para sugerir una u otra interpretación. Por consiguiente, el riesgo de distorsión está en los usos que se ha venido dando a edstas evaluaciones: los ránkings y la provisión de incentivos, dice Manzi, son formas de mal uso o formas incorrectas de asociar las evaluaciones a ciertas consecuencias.
Patricia Arregui, rescata dos preceptos clave a la hora de evaluar: "no harás daño" y "no evaluarás en vano". El primero, claro está, es la exigencia ética; el segundo, la exigencia de eficiencia. Hay que recordar que las evaluaciones internacionales son de interés de los sistemas educativos y, en tal sentido, tienen como audiencia a los gobernantes y decisores de políticas. Quedan fuera de esta audiencia los sujetos evaluados, es decir, los estudiantes, los docentes y las escuelas. Esto casi resulta inevitable porque las evaluaciones son muestrales (lo que implica que sus resultados tienen una validez general, en tanto la muestra sea considerada estadísticamente representativa de la población conjunto), pero resulta compleja esta consecuencia puesto que es sobre ellos que recaen los juicios que se fundan en las mediciones. Si la audiencia son los decisores de políticas, evidentemente parece más adecuado juzgar a las políticas que a los afectados por éstas. Lo ideal, dice el artículo periodístico, es que las evaluaciones y la preparación de los estudiantes para que rindan un buen test siempre tengan un sentido final: saber en qué se está fallando para utilizar de manera constructiva sus resultados.
Un artículo académico de Ignacio Barrenechea aporta otra precauciones: i) una evaluación estandarizada recorta el curriculum real; ii) una evaluación estandarizada no reconoce sino el tipo de inteligencia susceptible de medir a través de los ítemes que incluye; iii) una evaluación estandarizada incentiva la entrenabilidad o la focalización de la enseñanza dirigida solo a meorar los resultados en estas evaluaciones; iv) una evaluación estandarizada suele ser poco sensible a los contextos o escenarios sociales; y v) una evaluación estandarizada tiene alcance corto o cierta miopía en lo que respecta al impacto de la educación en la vida de las personas.
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