Una columna de los académicos Acuña y Falabella (que se puede leer en CIPER) da prácticamente por fenecido al SIMCE y, sin mediar las exequias, proponen los lineamientos del nuevo sistema.
A modo de resumen, la propuesta tiene dos partes: principios y sistema:
- Un diseño complejo, con distintos instrumentos para distintos propósitos.
- La evaluación de establecimientos no puede basarse en el desempeño de los estudiantes en pruebas estandarizadas.
- En vez de exigir desempeño a los estudiantes, la evaluación debe enfocarse en evaluar las condiciones para enseñar y aprender.
- El sistema debe apuntar a una responsabilización y rendición de cuentas profesional de los docentes. Esto implica radicar en la escuela el diseño e implementación de la evaluación y abandonar herramientas como el SIMCE y el DIA.
Desde estos principios, el modelo por construir tendría tres propósitos:
- En el nivel macro, una evaluación muestral trienal para orientar y evaluar políticas. También deberá continuar la participación en mediciones internacionales.
- En el nivel meso o intermedio (territorial), la evaluación deberá centrarse en las condiciones de la calidad, desde un sistema de supervisión, asesoría técnica y fiscalización para evaluar y hacer seguimiento al trabajo de los sostenedores y la calidad de la provisión.
- En el nivel "escuela" (micro), el acento estaría en una evaluación situada, contextualizada y pertinente para cada escuela, promoviendo una cultura de la evaluación formativa.
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