domingo, 14 de febrero de 2016

Bajo rendimiento: la historia se repite (OECD)

A inicios de esta semana se conoció el Informe PISA (OECD) que analiza a los estudiantes de bajo rendimiento y los factores asociados a dicho desempeño. Los datos se refieren a jóvenes de 15 años que rindieron las pruebas de Lectura, Matemática y Ciencias en 2012. El informe parte constatando lo obvio: hay una estrecha relación entre la condición socioeconómica y el resultado en pruebas estandarizadas. En Chile un estudiante de un hogar o entorno de bajos recursos tiene seis veces más posibilidades de tener bajo rendimiento que uno de más recurso (en PISA 2012, un 75% de los estudiantes desfavorecidos económicamente tuvo un bajo rendimiento en 2012, mientras que este índice se redujo a un 25% en estudiantes con altos ingresos).

Sin embargo, añade otros datos de interés para el caso chileno:
  1. El 74% de los alumnos de bajo rendimiento no asistió a educación parvularia.
  2. El 81% repitió al menos un curso.
  3. El 49,6% de ellos cursaba educación técnico profesional.
  4. El 11% faltó a clases al menos una vez en las dos semanas previas a la prueba PISA.
  5. Dedicaba en promedio 2,8 horas semanas a tareas escolares en casa.
  6. El 68% de estos alumnos asistía a un establecimiento donde, según los directores, las familias prestaban escasa atención y presión para que lograran los aprendizajes esperados.
  7. El 63,5 asistía a establecimientos donde los profesores tenían bajas expectativas sobre sus capacidades y logros de aprendizaje.
  8. El 61,4% tenía oportunidades de clases extra en horario extraescolar.

Las señales son elocuentes: las oportunidades tempranas (la educación inicial) hacen una diferencia no remontable más tarde y el bajo rendimiento ya se ha hecho notar antes en forma de repetición. Asimismo, las bajas expectativas docentes y la debilidad del apoyo y presión en el hogar concurren al bajo desempeño. A la vez, la mayoría de estos estudiantes han tenido opciones de refuerzo en horario extraescolar y también realizan tareas en el hogar, pero esto no es suficiente para impedir el bajo rendimiento. Trayectorias tardías, fracaso escolar, profesores que no creen en sus capacidades, un hogar que no ayuda (quizá porque no puede) y una enseñanza escolar que no es efectiva se conjungan en estos casos.

Las políticas que ayudan, sin embargo, no son desconocidas:
  • Detección y apoyo lo antes posible.
  • Alimentar la confianza en sus capacidades y las altas expectativas en los propios estudiantes.
  • Apoyo específico a escuelas y familias desfavorecidas.
  • Crear un ambiente escolar de alta exigencia y apoyo a los estudiantes.
  • Limitar la agrupación de los alumnos según habilidades (¡o sea, mezclarlos!)
  • Aumentar las oportunidades de acceso a la educación inicial.




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