jueves, 17 de junio de 2010

Mapas y resultados SIMCE otra vez

A partir de un envío del Boletín "Educar" del CPCE, transcribo tres opiniones publicadas en distintos medios de prensa:

La Segunda
10 de junio de 2010
El SIMCE una vez más
Alejandra Mizala
Centro de Economía Aplicada
Ingeniería Industrial
Universidad de Chile

Cada vez que se conocen los resultados de las pruebas SIMCE se plantean una serie de ideas acerca de lo que hay que hacer en educación. Esta vez incluso ha surgido la propuesta de establecer un bono educacional
(voucher) que sería entregado a cada familia en situación de pobreza para que los padres elijan el colegio donde enviar a sus hijos. ¿No es eso lo que existe para todas las familias del país desde el año 1981?
Creo que ya hemos aprendido que los mecanismos de mercado establecidos en la reforma de los años 80’s son insuficientes, por sí solos, para garantizar la calidad de la educación. Por lo tanto, es muy poco probable que entregar un voucher físicamente a los padres altere estos resultados.

Para que un sistema de subsidio a la demanda con provisión privada de educación, como el que tenemos en el país funcione adecuadamente, no basta con crear un cuasi mercado, sino que es necesario establecer una institucionalidad, normas, regulaciones e incentivos que aseguren una educación de calidad. También es necesario contar con un cuerpo docente bien formado, y fortalecer la educación pública de manera que ésta establezca un alto estándar de calidad, que promueva la excelencia en el conjunto del sistema educativo. Sin embargo, estas condiciones son necesarias, pero no suficientes; es fundamental mejorar las prácticas al interior de las escuelas.

Desde hace tiempo conocemos las prácticas que logran mejorar los aprendizajes, aún en condiciones de vulnerabilidad. Los estudios nacionales e internacionales muestran que los componentes claves en todos los casos exitosos son: existencia de líderes reconocidos al interior del colegio; altas expectativas respecto de docentes y alumnos; cultura de evaluación orientada a mejorar el desempeño docente, donde la evaluación retroalimenta la enseñanza; gestión escolar centrada en el aprendizaje; proyecto educativo explícito y compartido por todos, donde los objetivos se traducen en metas concretas y realistas; capacidad de manejo y respuestas concretas frente a la heterogeneidad de los alumnos; reglas disciplinarias claras y compartidas; alianza escuela-familia y buen manejo de recursos humanos.
Se podría argumentar que muchos de estos componentes son obvios y que han estado presentes en algunas políticas ya implementadas que no han tenido resultados. No obstante, lo que diferencia a las escuelas con buenos resultados del resto es la persistencia con la que han aplicado estas políticas, y el que las hayan desarrollado construyendo capacidades en el mismo establecimiento escolar, en vez de partir de una prescripción externa detallada de lo que deben hacer.

¿Qué necesitamos para avanzar en este sentido? Directores bien seleccionados, capacitados y con facultad para dirigir sus escuelas.
Profesores bien formados, motivados y adecuadamente remunerados. Padres informados y comprometidos que fiscalicen el desempeño de los colegios.

Es importante hacer notar que para esto último hay que entregar información a los padres acerca del valor agregado por el establecimiento escolar, esto es, una vez que se controla por las características de la población que atienden. En Chile entregar datos brutos del SIMCE, como los actuales mapas implementados por el Ministerio de Educación, es equivalente a dar información acerca de la educación de los padres o el ingreso del hogar. Con esa información los padres elegirán el nivel socioeconómico de los colegios y no su calidad educativa, de paso estigmatizando a los establecimientos vulnerables. Lo que se requiere es que las pruebas SIMCE permitan calcular la evolución del desempeño individual de un alumno a través del tiempo, y así medir el valor agregado del colegio.

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La Tercera
6 de junio de 2010
Carta al director

Señor director:
Una vez más los resultados del Simce nos angustian respecto del futuro de nuestros hijos y nietos. Lo peor es que las explicaciones de los expertos están lejos de brindarnos tranquilidad, suscitando al menos dos reflexiones.
La primera es la constatación de que los alumnos de cuarto básico, tanto en Lenguaje como en Matemáticas, muestran niveles más altos de logro que los de octavo año. Esto es una luz de esperanza: los alumnos más nuevos en el sistema están efectivamente aprovechando los cambios pedagógicos. Pero, a la vez, esto se opaca al evidenciar que para quienes llevan más tiempo, tales cambios no logran sacarlos del marasmo del bajo rendimiento.
La segunda reflexión es comprobar que, como ha sido el patrón desde que el Simce existe, se sigue comparando escuelas en base a puntajes de rendimiento, fuertemente afectados por el nivel socioeconómico de sus estudiantes. Esta es una comparación absolutamente injusta.
Hace más de 20 años existe en el mundo el método de valor agregado, que permite remover estadísticamente del rendimiento la condición económica de los estudiantes, permi-tiendo ver qué escuelas son capaces de hacer aprender a sus alumnos, más allá de su origen social.
Frente al debate y las respuestas a los malos resultados, es legítimo
preguntarse: ¿Por qué seguimos tratando de medir longitud con un termómetro?

J. Enrique Froemel A.
Vicerrector Académico
Universidad Autónoma de Chile


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La Tercera

7 de junio de 2010
Simce 2009: ¿Sólo malas noticias?

por José Weinstein, Gerente Area de Educación de la Fundación Chile y ex ministro de Educación /Gonzalo Muñoz, Jefe de estudios Area de Educación Fundación Chile

Los resultados del Simce de cuarto y octavo básico confirman, en lo grueso, lo que ya sabemos: nuestra educación necesita cambios para mejorar la calidad de los aprendizajes y, sobre todo, su distribución social (equidad).

Sin embargo, la noticia positiva no ha estado presente en los medios.
Por primera vez, desde que existen mediciones estrictamente comparables, hay una mejora significativa en el desempeño promedio de matemáticas en cuarto básico. Y aún más importante, este avance se explica, sobre todo, por los mejores resultados en los niveles socioeconómicos más bajos.
Algo muy similar ocurre con los resultados de comprensión del medio natural de cuarto básico, que también muestran un progreso inédito. En lenguaje, se mantiene el avance importante ya logrado en el Simce 2008, en que se rompió el estancamiento de casi una década.

Estos olvidados avances son aun más meritorios si se considera el paro docente que afectó a los establecimientos municipales el 2009. Un mes menos de clases en la gran mayoría de las escuelas públicas en Chile y los resultados se mantienen o mejoran en este importante segmento, que atiende a los niños y niñas más vulnerables.

¿Por qué estas mejoras en el Simce de cuarto básico? La evidencia que entrega esta medición hace pensar que los sostenidos esfuerzos por mejorar las condiciones y apoyos para las escuelas más vulnerables del país están dando sus primeros frutos. Estos apoyos, entre los que destaca la recién implementada ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP), han estado focalizados justamente en el primer ciclo básico y en los subsectores de lenguaje y matemáticas.

Hay que recordar que la SEP ha obligado a todas las escuelas participantes a fijarse metas de avance en materia de logros educativos y a confeccionar planes de mejora para alcanzarlos. Esta subvención ha significado presión focalizada, pero también apoyo, inyectando anualmente cerca de US$ 350 millones a escuelas y sostenedores que trabajan en pobreza. Esta es la energía nueva que está produciendo cambios, aun cuando sean lentos, en el sistema.

Es previsible que en el primer ciclo básico sigan produciéndose cambios si la política de presión y apoyo de la SEP se mantiene, y por cierto ellos pueden acelerarse si se mejora su implementación. Si se quiere cambiar la tendencia respecto de los magros resultados existentes en el segundo ciclo básico (quinto a octavo), se debe extender esta acción con rapidez hacia estos niveles: hoy el subsidio recién está llegando a sexto básico y con valores muy inferiores a los del primer ciclo. ¿Por qué no avanzar hasta octavo y con valores equivalentes?

A ello debiera agregarse un esfuerzo de peso por sumar docentes especialistas entre séptimo y octavo básico en las escuelas subvencionadas, medida contenida en la nueva Ley General de Educación, pero que recién será obligatoria en 2017.

El Simce 2009 no puede llevar al conformismo, pero tampoco implicar solo crítica y desaliento. El alza mostrada debiera alentar a autoridades, sostenedores, docentes y directivos a perseverar en la línea de mejorar las capacidades que el sistema escolar tiene para responder a la demanda ciudadana por calidad para todos.

Reconocer los logros obtenidos en matemáticas y ciencias en cuarto básico no es sólo un deber de justicia por lo realizado en muchas escuelas, sino también un llamado a la esperanza de que las transformaciones son posibles cuando tienen foco definido y van acompañadas de suficientes recursos. En adelante, si aspiramos ver progresos en octavo, es hora de apurar el tranco en el segundo ciclo básico.

3 comentarios:

  1. Queria felicitar tu trabajo en este blog. Como docente, me encuentro bastante interesado en nuestra realidad y en los analisis que ofreces. Felicidades.

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  2. Gracias por el incentivo, GRD... Es justo lo que intento.
    Saludos

    Luis Navarro

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  3. Con la evaluación Directiva, se sensibilizará la construcción de una cultura evaluativa, la que involucrará más participación, más compromisos, más organización y más trabajo en equipo, pero aún no se cautela el uso adecuado de los recursos por parte de los DAEM, incluso se falta a la Ley Sep que permite elaborar un programa de mejora y para ello se comprometen recursos, que en muchos casos llegan tarde o no llegan y así no se puede avanzar en la dirección correcta, esto es solo una muestra de las profundas disfuncioanalidades del sistema educativo municipalizado.
    Existen muchas jefaturas en los DAEM nombradas a dedo.
    Si bien es cierto, solo el jefe del departamento se llama a concurso, existen otros que no. Esta realidad hace difícil terminar con el supuesto: " el que nada hace nada teme", por lo tanto, para que arriesgar una carrera que nunca se verá truncada, la máxima es asegurar la estabilidad que se la ha ganado por nombramiento a dedo y sucede que son ellos los que deben evaluar al Director (a) que concursa y tiene un periodo de 5 años para ejercer en el colegio. Si el directivo quiere cumplir con mejorar la calidad de la educación, le exige al departamento de educación (DAEM) que cumplan con su parte , entonces, tratan de eliminarlo con sumarios, estigmatización social, aislamiento laboral, reducirlo al máximo, porque ellos están cómodos así, por ello se resisten a los cambios.
    Expertos en culpar a otros.
    Aquellos que están con el sistema de la dedomocracia, son experto en culpar a los demás del no logro de metas y que mejor que evaluar mal al Director del colegio, y no dicen nada respecto a:
    *.- Faltan docentes para cubrir los planes y programas de estudio.
    *.- No se remplazan las licencias médicas.
    *.- No aportan material didáctico para prepararse para SIMCE.
    *.- Falta agua caliente para que los estudiantes se duchen en invierno.
    *.- Los docentes no tienen tiempo para planificar sus clases.
    *.- A inicios de año faltaba mobiliario escolar. (Sillas y mesas)
    *.- Hay momentos que ni tinta de impresora se tiene.
    *.- No se cuenta con teléfono.
    *.- No se tiene Internet.
    En un escenario como este, es sólo una expresión de la precariedad existente, que contrasta con el discurso político, sobre los ejes de desarrollo y el compromiso que se tiene con la educación, exigiendo resultados académicos, como si estos se originaran por arte de magia

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