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Algo así es lo que denuncia Waissbluth en su blog. La hipertrofia del curriculum chileno ha llegado a niveles tales que se acerca a lo inmanejable desde el punto de vista pedagógico. Waissbluth dice que la sobrecarga es manifiesta, lo que apuntaría en dirección opuesta a paises de referencia en calidad educativa, donde "menos es más", es decir, donde el curriculum oficial incluye menos contenidos para que éstos se enseñen mejor o más profundamente. La columna de Waissbluth se titula y recomienda una "Poda Curricular". Léala:
Por muchos años, gente bien intencionada y seria en la Unidad de Currículum del MINEDUC
ha alimentado un robusto tiranosaurio: los contenidos mínimos
obligatorios. ¿La cultura minoica es importante? Obvio. Póngala en el
currículum. ¿Rocas metamórficas? Obvio… al currículum. Para ilustración,
algunos pedazos microscópicos de los contenidos mínimos obligatorios de
7º Básico:
Caracterizar el proceso de surgimiento de las primeras civilizaciones en Mesopotamia y Egipto, y reconocer qué procesos similares se desarrollaron en distintos lugares y tiempos (ej., china, india, minoica, fenicia, olmeca y chavín de Huantar), apoyándose en mapas y en líneas de tiempo. La cronología va desde el Neolítico hasta la Edad Media.
Identificación del espacio Mediterráneo como ecúmene y mercado de circulación donde se produjo el surgimiento de la civilización occidental. Caracterización de la CiudadEstado griega, considerando su organización espacial y política. Descripción de las características básicas de la ciudadanía en la Antigüedad Clásica: la democracia ateniense y la organización republicana en Roma.
Descripción de los procesos básicos de los ciclos del carbono y el nitrógeno, identificando la función que cumplen los organismos productores y descomponedores y los principales efectos de la intervención humana en estos procesos.
Todos estos temas, así como las rocas
metamórficas, la constitución de 1925, o el cálculo de probabilidades,
tomados por separado, son importantes. Las células del cuerpo son todas
muy importantes para la vida, pero… cuando proliferan
indiscriminadamente se convierten en cáncer, y eso ocurrió en Chile.
En sexto básico, hay 152 Objetivos de Aprendizaje, distribuidos en 10 asignaturas,
para cubrir en 40 semanas de clases. Esto debe lograrse con un 45% de
estudiantes que pueden leer pero sin comprender adecuadamente lo que
leen. Ahí lo quiero ver a Ud. de profesor, trate de lograrlo y no pida
licencia por favor.
La sobrecarga curricular y la “jaula de ardillas”
Si bien hay una correcta concepción del currículum basado en competencias, en la práctica los profesores están todo el día corriendo en una jaula de ardillas
“pasando materia” superficialmente, de manera enciclopédica, y
obligando a los alumnos a contestar facsímiles de tests estandarizados
sobre esas materias… no sea cosa que les vaya mal en el SIMCE o la PSU.
Este fenómeno tiene un nombre en la literatura internacional: “curricular overcrowding” o “curricular overload”…
“sobrecarga o atochamiento curricular”. En el Reino Unido, el
“Cambridge Primary Review” del 2009 caracterizó el currículum como
“sobresaturado e inmanejable, dejando escaso tiempo para reflexionar,
pensar, resolver problemas, u otros temas como la práctica artística o
musical”. Similares lamentos provienen de Estados Unidos, Australia,
Filipinas o Irlanda, por nombrar algunos.
Las burocracias
ministeriales caen fácilmente en esta tentación, no por mala intención,
sino que cediendo a la presión de grupos de interés temático, sean estos
los químicos, los historiadores o los matemáticos. Cada vez que se recorta algo del currículum alguien se siente profundamente ofendido.
En los países en que la educación funciona el lema es “enseñar menos
para enseñar mejor”. En los que no funciona, como el nuestro, el lema es
“enseñar más pero peor y superficialmente, lo suficiente para contestar
test estandarizados”.
El SIMCE y la PSU, por supuesto, miden…
conocimiento curricular. No miden aptitudes ni habilidades. El “rankeo”
de escuelas de la Agencia de la Calidad, los incentivos SNED para los profesores, los convenios de desempeño, los recursos asignados a las escuelas de pedagogía, la prueba INICIA,
y en general todos los instrumentos de la competencia en el “pseudo
mercado educativo”, están meticulosamente ligados a la medición basada
en saturar las cabezas – de los estudiantes de pedagogía, los profesores
y los alumnos – de conocimiento curricular que se estudia para ser
abordado en un test de respuestas múltiples y luego ser olvidado.
La distorsionada formación docente
Muchos
concordamos en que los excelentes profesores deben ser excelentemente
remunerados, sea que estén comenzando a hacer clases, o que ya hayan
avanzado en su carrera. ¿Qué es entonces un excelente profesor?
Este debe reunir simultáneamente
tres requisitos esenciales: a) debe saber las materias que enseña, b)
debe conocer los muy diferentes métodos pedagógicos que se deben aplicar
en una sala cuna, un Jardín Infantil, un preKinder, o en 4º Medio, y c)
debe tener habilidades interpersonales para entusiasmar y movilizar la
creatividad de los alumnos, imponer disciplina, administrar conflictos y
manejar un aula. ¿Vamos a seguir presionando su formación en
torno a conocimientos – y descuidando habilidades – a las facultades y
egresados de pedagogía?
Para las burocracias y
modeladores estadísticos lo más fácil, barato y “objetivo” es medir a
los futuros profesores pasando unas hojitas de pruebas de respuestas
múltiples por una máquina lectora en la prueba INICIA. Los convenios de
desempeño que le asignan recursos a las Facultades de Educación están
ligados a… la prueba INICIA. Peor aún, se propone pagar bonos a futuros
profesores basados en que sacaron buenos resultados en… la PSU. Las habilidades pedagógicas no cuentan para nada.
Las consecuencias
Cuidado, lo barato cuesta caro. Cuesta generar estudiantes embrutecidos y profesores frustrados,
que terminan desertando de la carrera docente en un 40% antes de 5
años, fenómeno que se da por igual en colegios particulares pagados,
subvencionados y municipales. No es sólo por bajos salarios, ni
excesivas horas-aula, sino por las condiciones laborales en el amplio
sentido de la palabra. La monotonía mata la motivación y el desarrollo
profesional.
Esta aplastante máquina obliga a los profesores a impartir más del doble de horas aula que en el promedio de la OCDE. Los alumnos tienen una carga horaria anual elevadísima comparada con otros países.
Por último, uno pensaría que con estas largas horas de trabajo los
estudiantes, aunque no sepan hablar ni escribir, por lo menos van a
aprender contenidos mínimos obligatorios. ¿Sí, o no?
Lamento informarle que no. La prueba PSU es la verificación final de la capacidad que tuvieron los alumnos para memorizar como loros estos materiales.
Como se sabe, 500 puntos en la PSU es por definición la mediana, es
decir, el 50% de los alumnos contestaron más que eso en la prueba, y el
50% menos que eso. Así se ajustan los resultados cada año.
¿Cuántas respuestas correctas tuvieron los alumnos que rindieron la PSU 2012 y obtuvieron 500 puntos?
Lenguaje y comunicación: 34%… y de ahí para abajo. Matemáticas 16%.
Historia y Ciencias Sociales 29%. Ciencias 15% de respuestas correctas… y
de ahí para abajo. Estos alumnos pasaron 12 años aplastados por la
“máquina curricular” y no comienzan a sospechar lo que son las rocas
metamórficas ni la cultura minoica. Alguna vez un profesor se las pasó
apurado, si es que se los alcanzó a pasar, porque además el currículum
se cambia creativamente con mucha frecuencia. Los profesores no se
alcanzan a adaptar a uno cuando ya les ensartaron otro.
Como
consecuencia, el sistema educativo está produciendo robots a los que les
cuesta pensar críticamente, desarrollar su creatividad, expresarse
oralmente y por escrito, diseñar soluciones innovadoras, trabajar en
equipo, y de pasada, pasarlo un poco mejor en la vida escolar.
¿Por
qué los chilenos, que tenemos una cobertura de enseñanza media de las
más altas del mundo, y con tantas horas aula, en promedio hablamos y
escribimos tan mal? Sencillo. Porque en la escuela no se puede perder el tiempo en estas “inútiles” actividades, no susceptibles de ser medidas en un test estandarizado.
¿Son
necesarias las altas exigencias y expectativas para los alumnos? Sí,
ciertamente. ¿Es necesario medir para mejorar? Obvio. Pero con una
frecuencia razonable y lo que verdaderamente importa.
Propuestas
Sugiero
que la primera medida de reforma educativa del próximo gobierno sea una
importante “poda curricular”. Con tijeras de jardinero grandotas, de
esas que se toman con dos manos. Los mejores expertos nacionales e
internacionales, cueste lo que cueste. Una vez redefinidos los
contenidos obligatorios, no se pueden andar ajustando estos (ni los
textos escolares) cada vez que alguien se ponga creativo.
Posteriormente,
habría que rediseñar y alinear TODOS los sistemas de evaluación e
incentivos de alumnos, profesores, estudiantes de pedagogía, y de
ingreso a la carrera docente, para simplificarlos, reducirlos en
frecuencia, orientarlos un poco más a aptitudes y no sólo a
conocimientos, y así dejarle espacio de respiración a alumnos, estudiantes de pedagogía, profesores y directores.
Si hoy la Agencia de la Calidad ha inventado la barbaridad de tener SIMCE censal (es decir, aplicado a todas las escuelas)
en 2º, 4º, 6º, 8º, 2º Medio y 3º Medio Inglés, lo más urgente sería
convertir tres de ellos en “muestrales”, esto es, aplicables a una
muestra de colegios, tan sólo para tomarle la temperatura al sistema, y
sin consecuencias para los establecimientos. Esto, simplemente para
bajarle la velocidad y la presión a la “jaula de ardillas”.
Posteriormente,
en un trabajo más meticuloso, habría que redefinir, armonizar y alinear
toda la batería de herramientas de “comando y control”: SIMCE, PSU, Inicia, Evaluación Docente, AVDI, AEP, SNED,
de modo sean coherentes entre si y que reflejen de mejor manera la
necesaria condición de un buen profesor y un buen alumno: saber
materias, pero además ser un ente pensante, creativo, con capacidades de
comunicación oral y escrita. Vamos que se puede.
Este no es un problema de “izquierda vs. derecha” sino de mero sentido común.
Seguir dando zanahorias y garrotes en base al conocimiento de un
currículum hipertrofiado está dañando gravemente el sistema educativo
chileno, y así no podremos competir en el siglo XXI.
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