Transcribo una columna publicada en El Mercurio por Patricio Meller, quien se desempeña como presidente de la Fundación Chile. La redacción es telegráfica, pero el contenido recoge una discusión de varios años en organismos internacionales. Hay recursos interesantes al respecto en OECD y otros sitios. Esta es la columan de Meller:
Hay gran desconexión entre lo que los estudiantes aprenden en el colegio y lo que sucede en el mundo real. Existe discrepancia entre lo que se enseña y las habilidades que requieren los empleos existentes. ¿Dónde trabajarán los egresados de educación media?
Más todavía, "en el futuro habrá empleos que aún no existen, con tecnologías que aún no han sido inventadas para problemas que aún no sabemos que son problemas" (R. Riley, Ministerio de Educación de EE.UU.).
En efecto, los trabajos rutinarios y repetitivos (de obreros, empleados y profesionales) serán sustituidos por un software o efectuados por máquinas y robots. Las proyecciones sugieren que el 47% de todos los empleos actuales de EE.UU. serán automatizados en 2034.
Los robots ya llegaron. La amenaza de competitividad futura de menores costos laborales no vendrá de China, sino de los robots.
¿Qué tareas no harán los robots? Tareas no rutinarias para las que se necesita el "toque humano": (a) Solución de problemas complejos desconocidos y no estructurados que requieren capacidad conceptual. (b) Uso, procesamiento y transmisión de nueva información que demanden capacidad para discriminar entre información interesante e irrelevante. (c) Empleos que requieran interacción interpersonal.
Vemos que hay una avalancha de información generada; lo que antes se generaba en un siglo, ahora se genera en meses. Esto implica habilidades distintas respecto de la información. La comprensión de lectura hace 20 años involucraba seguir instrucciones; ahora requiere buscar eficientemente en internet e identificar la información importante.
Hay otros desafíos cruciales que están presentes en el siglo XXI: aumento de la incertidumbre y de la inestabilidad, incremento de la violencia, resurgimiento del chovinismo cultural y ascenso del fundamentalismo y de la intolerancia.
Pero además siguen pendientes los desafíos del siglo XX: (a) Desafío distributivo: (i) cerrar las dos brechas: la interna y la externa, (ii) una educación inclusiva NQA ("Nadie queda afuera"). (b) Desafío social: (i) familias heterogéneas, (ii) reducción de la solidaridad y la cohesión social. (c) Desafío económico: (i) desilusión respecto del progreso, (ii) aumento del desempleo juvenil. "¿Habrá buenos empleos en el futuro?".
Supuestamente, la educación es la vía para enfrentar (¿y resolver?) estos dilemas. En efecto, la educación es un factor clave para la transformación económica y social, individual y nacional. Pero la educación escolar tiene que cambiar y preparar a los jóvenes para un mundo complejo con desafíos inesperados y, además, para que puedan satisfacer sueños y anhelos.
Este cambio educacional está asociado a la adquisición de las habilidades escolares para el siglo XXI, que comprenden: (a) Pensamiento crítico: cuestionar, cuestionar, cuestionar; no parar de cuestionar. (b) Creatividad: se nace con, pero también se puede adquirir; la imaginación es un ingrediente básico, y todos la tenemos al nacer. (c) Curiosidad: preguntar, preguntar, preguntar; siempre preguntar. (d) Trabajo en equipo, por cuanto un grupo heterogéneo y diverso genera una retroalimentación fructífera. (e) Comunicación: en el siglo XXI, siglo de la información y de la comunicación, es vital la transmisión oral y escrita de las ideas.
Al adquirir las habilidades escolares para el siglo XXI, los jóvenes tendrán pensamiento propio y capacidad para resolver problemas desconocidos y lograr la autorrealización futura. Adicionalmente, estas habilidades les permitirían a nuestros escolares competir de manera ventajosa con los jóvenes de los otros países y con los robots del futuro. El problema central consiste en cómo se enseña cada una de estas habilidades. Esta es la agenda de trabajo de la Fundación Chile para los próximos dos años.
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