Está comenzando la discusión sobre el cambio curricular que el MINEDUC propone para Tercero y Cuarto Medio. Una opinión a considerar es la que expone Sofía Correa Sutil, académica e historiadora de reconocido prestigio, quien expone sus reparos en una columna publicada hoy en La Tercera. La titula "Sesgos del curriculum". Esta es la transcripción textual:
EL CURRICULUM para tercero y cuarto medio que el gobierno ha puesto en discusión contiene cambios radicales que no debieran pasar desapercibidos, especialmente en las áreas de aprendizaje y en la asignatura de educación ciudadana.
La definición de las “áreas de aprendizaje” no es nada inocente. Tres son las áreas: “Lengua y humanidades” (con artes y filosofía); “ciencias: naturaleza y sociedad” (ciencias naturales y matemáticas junto a historia, geografía, ciencias sociales, y educación ciudadana); y “desarrollo personal” (educación física, salud, orientación). Cada área contendría una experiencia formativa común y una visión integrada de sus disciplinas. ¿Por qué entonces historia comparte una misma área junto a química, física y biología? Más de alguien podrá pensar que se deslizó un error. Pero no es así. La construcción de esta área de aprendizaje devela la visión del ser humano que recorre la propuesta, y hay que detenerse en ella.En efecto, la asignatura de ciencias naturales, con sus tres disciplinas, domina el área e impone una visión determinista de lo humano. Entre sus propósitos formativos propone abordar “la relación persona-sociedad-medio ambiente” como “sistemas socioecológicos” cuyo “comportamiento colectivo” está determinado. Específicamente, se propone un cambio de paradigma para abordar “la complejidad de los problemas de la sociedad”, que consiste en que cualquier problema social puede representarse como un “modelo de sistema”, así con el uso de modelos es posible comprender el mundo y solucionar los problemas contemporáneos. Podríamos continuar. El punto es que en esta propuesta curricular la persona, inteligente y libre, heredera de una tradición cultural y constructora de su presente y futuro, es fagocitada por sistemas deterministas, inteligibles únicamente a través de modelos. Esa la visión que en el nuevo currículum las ciencias imponen al conocimiento histórico y social.En cuanto a la educación ciudadana, esta propuesta constituye un retroceso. La nueva asignatura empobrece y sesga la formación ciudadana. En ella, los objetivos definidos no parecieran dar oportunidades de aprendizaje, por ejemplo, sobre los poderes públicos, Congreso, Tribunales, ministerios, ni sobre representación política, y estado de derecho, ni tampoco para el aprendizaje de la economía, sus conceptos y problemas, ausentes del currículum excepto por un guiño en el área de matemáticas; en ciencias sociales no se enseña economía sino que se trata que los estudiantes se comprometan “respecto de las principales consecuencias de los procesos económicos en los sectores más pobres y marginales”. Por lo demás, la debilidad de la dimensión cognitiva cruza toda la propuesta, ya que no se definen habilidades cognitivas ni contenidos a enseñar. Más aún, ante la indefinición de contenidos, la educación ciudadana promueve la participación estudiantil, no como se la ha entendido hasta ahora sino llegando “hasta la toma de decisiones con respecto al qué se aprende y cómo se aprende”. Es decir, serán los estudiantes en cada sala de clase quienes definirán los contenidos de su educación ciudadana. ¡Vaya participación!
Interesante tu nota, mucho más descriptiva que la mismísima historiadora Correa, saludos desde La Serena
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