Se ha difundido en la prensa y en el sitio de CONACE, el Octavo Estudio Nacional de Drogas que, en rigor, es una entrevista basada en un cuestionario que fue auto-aplicado a una muestra de la población de interés (en este caso, quienes respondieron el cuestionario fueron escolares que estaban cursando desde 8EB a 4EM, al momento del estudio). En otras palabras, son los propios estudiantes quienes señalaron si han consumido o no drogas.
En la prensa y en el mismo PDF que difunde CONACE en su sitio, se informa con vaguedad y poco rigor los datos y las tendencias, sin prevenir qué significan las cifras. Así, por ejemplo, se dice que el consumo de la cocaína ha crecido en el último bienio entre los estudiantes que asisten a establecimientos municipales y privados subvencionados. Pero no se advierte que la denominada "prevalencia en el consumo" significa que se ha consumido al menos una vez la droga en el último año. Por consiguiente, el dato no permite discriminar entre quien ha probado una droga un par de veces y quien es un consumidor habitual o que acostumbra a usar una droga los fines de semana o cada vez que asiste a una fiesta.
Sin duda, la forma de obtener o construir los datos y la ambigüedad en la presentación de los resultados restan fuerza a las conclusiones y recomendaciones de política que se desprendan de aquí. Y otra vez queda de manifiesto la debilidad en el análisis y riesgo que envuelve la forma en que estos estudios son difundidos en la prensa. Una visión más cuidadosa se puede consultar en numerosos papers disponibles gratuitamente en Internet (por ejemplo, en Scielo), en portales como "las drogas.net" (de donde proviene la imagen que acompa esta nota) y espacios académicos.
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