sábado, 18 de octubre de 2014

Lucro y calidad de la educación

Sigue vigente la discusión sobre la conveniencia o no de eliminar el lucro de la educación escolar subvencionada por el Estado. De un lado, se afirma que no hay evidencia que permita justificar la eliminación del lucro pues no afecta la calidad. Del otro, se dice que tampoco hay evidencia que señale que el lucro es un incentivo o un generador de la calidad. Por lo tanto, se tiene un dilema que no se puede zanjar apelando a la evidencia. En esto tiene razón Silvia Eyzaguirre: afirmar que el lucro afecta la calidad es hoy tan erróneo como sostener que la beneficia. Este error es también de ella pues insiste en que dado que no hay evidencia que pruebe que lucro y calidad son incompatibles, se debería mantener la situación actual. Obviamente, tampoco se ha probado fehacientemente que sean compatibles. Luego, ¿por qué mantener una situación que no aporta a la calidad?

Gregory Elacqua apunta a esta dirección y sostiene que el lucro afecta la calidad de los ambientes de aprendizaje porque en escuelas y liceos con fines de lucro, los cursos son más numerosos, se contrata a profesores con menos experiencia y se invierte menos en actividades que enriquecen la experiencia escolar. A la vez, insiste en que no hay suficiente investigación para sostener que el lucro es un catalizador de la calidad: no logran mejores aprendizajes que los establecimientos sin fines de lucro ni realizan mayor innovación con los recursos públicos que reciben. Luego añade: "ajustando por nivel socioeconómico, los colegios con fines de lucro tienen resultados significativamente inferiores a los colegios católicos subvencionados y similares a los públicos".

Eyzaguirre a medias lo admite y dice que "los trabajos de Chumacero y Paredes (2008) y Elacqua, Martínez y Santos (2011), entre otros, encuentran que los establecimientos con fines de lucro tienen un leve mejor rendimiento en el Simce que los establecimientos municipales. Contreras, Hojman, Huneeus y Landerretche (2011) realizan una revisión de la literatura nacional e internacional y concluyen que 'la literatura existente sugiere que no existe diferencia significativa a favor de las escuelas privadas en general y con fines de lucro en particular'. Si atendemos a los resultados en el Simce, controlando por nivel socioeconómico, lo que observamos es una gran heterogeneidad de resultados para igual nivel socioeconómico en todos los tipos de sostenedores, lo que nos indica que el problema de la calidad no es exclusivo de un sector, sino transversal a todos los sectores". Su conclusión es que el lucro no perjudica la calidad. Un cambio en la situación actual, concluye, exige evidencia que la respalde.

En definitiva, no se puede apelar a la evidencia para zanjar la situación. ¿Debe seguir el Estado financiando a escuelas privadas con fines de lucro? Elacqua dice que, siguiendo la tendencia de sistemas mixtos como el de Holanda y Bélgica, se debe financiar solo establecimientos estatales y privados sin fines de lucro.

Lucro y calidad, en mi opinión, no deben relacionarse pues operan en campos distintos. La introducción de lucro en el sistema escolar fue una idea de la dictadura basada en razones ideológicas y no técnicas. Por tanto, recurrir a argumentos técnicos (empíricos) para explicar ideologías (como sí lo sería todo intento de responder la pregunta sobre el lucro como factor asociado a los resultados de aprendizaje) es un error lógico. La evidencia empírica sirve para afirmar algo distinto, a saber, que cuando en la década de 1980 se impuso el lucro como incentivo para que los privados proveyeran educación con recursos públicos, no existía ninguna experiencia relevante que avalara dicho decisión. Hoy mismo, a 30 años de esa decisión, tampoco hay países que hayan introducido una racionalidad de lucro de manera intensiva o sistémica. Es un experimento chileno. 

En conclusión, eliminar el lucro apelando a razones técnicas que lo vinculen a la calidad es insuficiente porque el problema del lucro toca otras fibras: remite a la narrativa y a la "teología dogmática" que le da legitimidad a la configuración del sistema escolar en la sociedad. Para decirlo de otra manera: hoy una buena parte del país cree que lo correcto es que no haya lucro en la educación o, lo que en la práctica es lo mismo, tiene la convicción que no se puede lucrar con recursos públicos en la educación. Así de simple.










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